El fútbol es terreno fértil para la superstición. Proliferan de manera permanente las cábalas o costumbres, cuestiones que hacen los protagonistas en la búsqueda de sentirse más cómodos con la energía del mundo, con un ser superior o con ellos mismos. En el deporte en general, la trascendencia de algunas frases que para cualquier trabajador casi no tendrían impacto, pueden generar un caos. Tal es el caso de Béla Guttman, quien arrojó sobre el club al que le dio toda la gloria, una maldición que ha condenado su historia.