Loco por los fierros: Max Verstappen instaló un simulador en su avión privado
Tampoco quiere dejar el desarrollo en simulador de Red Bull en manos de Ricciardo, y te contamos cuál es la razón técnica. También repasamos la evolución del simulador en la F1 y su influencia en el rendimiento, desde los geniales Senna y Villeneuve hasta los actuales nativos tecnológicos.
El bicampeón del mundo Max Verstappen es un bicho de karting (la escuela histórica del automovilismo desde la segunda mitad del siglo pasado), pero también es nativo tecnológico y se crio en el simulador. Parte del notable nivel que mostraron desde el principio pilotos más o menos de su generación en la F1 pasa por las miles y miles de horas compitiendo en simuladores y acumulando ‘virtualmente’ infinidad de situaciones que cada tanto hay que saldar en carreras reales, y que no estaban al alcance de los pilotos de las generaciones anteriores, incluidos Hamilton y Vettel. La diferencia entre la generación de Ham y Seb y la camada anterior (la de Alonso y Räikkönen) a este respecto pasa por la asignación de importancia al simulador: la camada nacida desde mediados de los 80 lo adoptó como parte de su trabajo de pilotos de F1, pero cuando ya eran pilotos federados; la generación del Nano y de Kimi se ha mostrado desdeñosa o desaliñada respecto del uso de esta herramienta cada vez más importante.
En el siglo XX, pilotos como Ayrton Senna o Gilles Villeneuve llegaban a un circuito nuevo para la F1 y el primer día les sacaban tres, cuatro o cinco segundos de ventaja a sus compañeros de equipo, que podían ser nenes como Arnoux o Prost: no había ninguna posibilidad de conocer el circuito más que algún video onboard (contexto: eran los años en los que Bilardo tenía una combi llena de videotapes, no era tan fácil ni tan cómodo acceder a la información) y la habilidad natural de los pilotos se destacaba.
En contraste, en esos años incluso la F2 y la F3000 (el equivalente de la actual FIA F2 en tiempos del genial canadiense y el genial brasileño) eran durísimos físicamente y a la mayoría de los pilotos les costaba una temporada entera hasta que le agarraban la mano. En la F1 en el siglo XX se consideraban necesarios tres años para que un piloto alcanzara su techo en el techo del deporte motor.
En la última década, más o menos, en cambio, los pilotos más aventajados suelen estar un par de años en F4 o en Fórmula Regional (como la llaman ahora), pero después hay un clic (que tiene que ver más con la maduración de cada piloto que con el nivel de cada campeonato) y suelen ‘liquidar’ los dos torneos de mayor nivel (F3 y F2) en una sola temporada y luego marcan diferencia de entrada incluso en coches colistas de la F1. Abundan los casos: Ocon, Leclerc, Russell, Norris, entre los más evidentes (aparte de Max).
Los especialistas atribuyen gran parte de estas fulgurantes apariciones (además de estar hablando de la generación de pilotos más brillante en bastante tiempo) al hecho de que son nativos tecnológicos.
Max Verstappen es un conspicuo piloto de Sim Racing (participa habitualmente de las 24 Horas de Le Mans y se enoja, como pasó este año, cuando lo sancionan ‘injustamente’) y, para decirlo en pocas palabras, un loco de los simuladores: juega todo el tiempo desde que era niño.
En este contexto, se entiende la última locura de Mad Max: modificó su avión privado para instalar un simulador a todo lujo. Lo reveló el sinuoso Helmut Marko, líder intelectual de Red Bull tras la muerte del fundador, Dietrich Mateschitz.
"Convirtió su avión privado para que pueda volar con un simulador en el aire en el futuro. Pero eso también es bueno, porque Max necesita esta distracción. En cualquier caso, no le hizo ningún daño en lo que respecta a sus dos títulos", comentó paternalmente Marko.
El locuaz dirigente austríaco no se detiene aquí en sus ‘infidencias’ (siempre encomiásticas hacia los de Red Bull e insidiosas hacia los de Mercedes). También se ha filtrado desde la dirigencia de Red Bull que Max no quiere dejar el simulador del equipo en manos del tercer piloto… un tal Daniel Ricciardo. "Nuestro simulador es uno de los mejores de este deporte. Los días son muy largos, pero sin duda vale la pena. No quiero un piloto de pruebas que se haga cargo de todas las sesiones del simulador, como hacen en otros equipos. Quiero hacerlo yo mismo, porque cada uno tiene su propio estilo de conducción", explicó.
El detalle muestra la frialdad y astucia de Max como piloto: la mayoría de los pilotos prefieren coches subviradores, entre ellos ‘Checo’ Pérez, compañero de equipo de Verstappen en Red Bull, y Daniel Ricciardo… tercer piloto de Red Bull. Una minoría (entre la que se cuentan pilotos como el sorprendente Lando Norris y en primerísimo lugar el mismo Max) prefiere coches un poco sobreviradores.
En este contexto, el bicampeón neerlandés explicó que el simulador le ayuda a mantener su enfoque. “No tenés mucho más para hacer cuando estás en casa, y disfruto de las carreras de simulación", fundamentó el ‘1’.