Abierta a todas las tendencias gastronómicas, en Londres se puede hacer un recorrido culinario alrededor del planeta. En la ciudad conviven restaurantes chinos, japoneses, indios, vietnamitas, franceses, italianos, árabes, mexicanos, brasileños, españoles… cocinas de cualquier continente que convierten a esta ciudad en la capital del mundo.

Una calificación a la que han contribuido los numerosos restaurantes latinos que han puesto de moda lo mejor de sus cocinas como las arepas, feijoadas, tacos, ceviches, empanadas, tamales, churrascos o patacones. Platos que han conquistado el paladar de los londinenses y de los turistas.

Para Marisol Alvarado, propietaria del restaurante “El Mestizo”, “la cocina latinoamericana ha encajado en Londres” ya que, explica, “viene mucha gente y está bien aceptada. Una fusión de sabores y culturas que a los londinenses les gusta mucho, principalmente los picantes”.

El dueño del restaurante “Made in Brasil”, Renato Paziam, situado en el popular barrio de Camden Town, coincide con las palabras de Alvarado y con los gustos de los británicos por todo lo relacionado con la comida latina. “Adoran la combinación de sus ingredientes”.

En opinión del restaurador brasileño, a los ingleses les “falta alma” en la cocina, “comen cosas poco elaboradas” y por eso, apunta, “la gastronomía de América Latina en Londres tiene un futuro brillante”.

Esta creciente influencia de la cocina latina se deja notar en cualquier zona de la capital, desde Covent Garden, Picadilly, Mayfair o Soho, lugares donde se concentra la mayor oferta de restaurantes, hasta barrios en crecimiento como el East London.

EL FINAL DE UNA LEYENDA NEGRA.

Pero esa leyenda negra que existe sobre la cocina inglesa está desapareciendo gracias a la aportación de grandes chefs como Heston Blumental, titular del restaurante “The fat duck” que cuenta con tres estrellas Michelín; Gordon Ramsay; David Thompson; David Boulud, Tom Aikens; o el televisivo Jaime Oliver, famoso en el Reino Unido por su manera de presentar recetas y su rechazo a la comida rápida.

Prestigiosos cocineros que han sabido impulsar en los últimos años la cocina inglesa moderna aprovechándose de las diversas influencias culinarias que llegan aquí de todas partes y que han recuperado en, muchos casos, platos tradicionales como el estofado de liebre o el rosbeef, y que han dado al pescado y a las verduras un lugar preferente en sus menús. Sin olvidar sus postres, como el pudin o la tarta de melaza.

El “fish and chip” (pescado con patatas fritas), considerado durante muchos años como el plato nacional de Gran Bretaña, ha ido perdiendo fuerza por culpa de la pujanza de productos orgánicos y de temporada que se han puesto de moda por todo Londres.

Capítulo aparte merecen sus desayunos, un clásico cuando se habla de gastronomía inglesa. Compuesto de salchichas, judías, patatas, huevos, beicon, champiñones y, en algunos casos, salmón ahumado y arenques, ingredientes que proporcionan suficiente energía para un largo día.

Aunque, desde hace unos años, el “brunch” ha tomado posiciones entre las costumbres británicas. Se trata de una combinación de desayuno y comida que se ha instaurado en los tradicionales pubs.

A la hora de hablar de los típicos pubs ingleses también es obligado hacerlo de su transformación. Abreviatura de “public house”, donde tradicionalmente se habla de deporte y política, los pubs han sido todo un icono de la vida británica y el lugar donde tomar una “pinta” tras la jornada laboral.

En las dos últimas décadas, muchos de estos pubs han sido objetos de un lavado de cara para adquirir la etiqueta de lo que hoy se conocen como “gastropubs”. Locales en los que la calidad de la bebida y la comida que ofrecen están a la par.

Estos establecimientos, habituales por todo Londres, han restado protagonismo a los propiamente dichos restaurantes y se han convertido en uno de los lugares preferidos por los británicos. Sitios donde se puede compartir una buena cerveza o una ginebra con unos huevos de codorniz, un bacalao con coliflor y un buen postre casero. Como estar en casa.

Por Juan A. Medina.