San Pablo: paro y graves incidentes en el metro, a una semana del Mundial
Una protesta en el subte paulista generó la furia de los usuarios, que destruyeron una estación próxima a Itaquerao, el estadio de Corinthians que será sede en campeonato.
Pasajeros indignados frente al paro de conductores del subte de Sao Paulo, que afecta a millones de personas, invadieron la estación próxima al estadio Arena Corinthians, conocido popularmente como "Itaquerao", donde se jugará la apertura del Mundial dentro de seis días.
Los conductores de los trenes metropolitanos de Sao Paulo iniciaron una huelga por tiempo indeterminado que afecta a unos 3,7 millones de pasajeros, los cuales abarrotaron las paradas de colectivos y furgonetas "irregulares", u optaron por movilizarse en vehículos particulares. Poco después de las 7 hora local, un grupo de usuarios derribó las vallas que impedían el ingreso a la estación Corinthians-Itaquera e ingresaron a los gritos. Algunos también invadieron los carriles por donde habitualmente circulan las formaciones.
El paro no es menor, ya que el gobierno nacional y el Comité Organizador Local (COL) de la Copa del Mundo recomendaron al público que asista a los juegos en el Itaquerao desde la semana próxima, que se desplace en subte para evitar complicadísimo tránsito paulista. Es que Sao Paulo cuenta con la mayor flota de autos de Latinoamérica, con un parque que supera los 6 millones de unidades, y debido a la falta de subterráneos, se generó un embotellamiento de 193 kilómetros en toda la ciudad, el más extenso del año para ese horario.
El jueves próximo Brasil y Croacia animarán el primer partido mundialista en el Itaquerao, donde todavía trabajan los operarios para finalizar la obra, situado en la zona este de la ciudad, una de las más humildes. "Todo esto es absurdo, no hay razones para la huelga, esto no tiene sentido, esto perjudica a la población, este es un pequeño grupo abusivo con motivaciones políticas" aprovechando la proximidad del Mundial, dijo el gobernador paulista Geraldo Alckmin.
Ante la sucesión de medidas de fuerza y actos de protesta, la presidenta Dilma Rousseff anunció haber acordado con el gobernador Alckmin el envío a Sao Paulo de unos 4.000 efectivos de las Fuerzas Armadas para reforzar el patrullaje que realizar la policía local. "No voy a admitir que haya ningún tipo de desmanes con la intención de impedir que la gente tenga acceso a la Copa, no es democrático destruir la propiedad privada y pública, y mucho menos que las manifestaciones tengan costos humanos", afirmó Rousseff