Un Hamilton despiadado ganó en Gran Bretaña y encendió la rivalidad con Verstappen
Lewis sacó de carrera a Max en Copse tras una primera vuelta frenética. Recibió una justa sanción de 10 segundos, pero superó a Leclerc (heroico el de Ferrari) en la antepenúltima vuelta y quedó a 8 puntos del neerlandés en el Campeonato de Pilotos de F1.
Era una fija. Verstappen venía desde hacía años toreándolo a Hamilton en los mano a mano. Ham hasta hace poco lo dejaba ser porque no peleaban el campeonato: cada vez que Max creaba una situación potencialmente catastrófica, Ham levantaba, evitaba el choque. Hasta que un día no le quedó otra opción, de local (donde jamás ha bajado del segundo puesto) que jugárselo todo a una carta cada vez. Y la catástrofe ocurrió; el resultado: un impacto de 51G (51 veces la fuerza de la gravedad en la Tierra).
Hamilton es tan bicho que sabe cuándo, cómo y dónde superar el límite sin ser sancionado. Sólo Schumacher (más cínico que Ham, que siempre guarda las apariencias) lo superó en descaro. Además, como Schumi, tiene una suerte sin par: en un toque de carrera culpa de los dos pero un poco más de él, lo saca de carrera al puntero del campeonato, rompe su auto con los pits cerrados por el accidente y salta una Bandera Roja: arreglo 'gratis' (sin perder posiciones ni tiempo).
Tras una largada frenética con Hamilton atacando desaforadamente a un correoso Max, Ham metió el coche para pasar por adentro al neerlandés en Copse: no había lugar para que dos autos de este tamaño doblasen juntos a 280-300 km/h. El británico tocó con su rueda delantera izquierda la trasera derecha de Verstappen, que salió expulsado de la pista y golpeó peligrosamente contra las defensas de costado, en un choque que hace 20 años hubiera sido mortal o poco menos. El principal problema de la maniobra no fueron los dos dementes de Ham y Max, sino lo anchos que son los autos, un problema que persistirá en los bellos pero pesadísimos autos de 2022.
El británico recibió una justa sanción de diez segundos (se pena la consecuencia de la maniobra, no las intenciones) y a partir de allí comenzó a construir su victoria. Tenía todo de cara: cuando se largó por segunda vez en la Vuelta 3, Leclerc estaba primero, él segundo, Max abandonado y el otro Red Bull último: la oportunidad para destruir en una sola carrera la magnífica obra que venía edificando su rival.
Ya por la Vuelta 10 se empezaban a notar ampollas en los neumáticos a causa de la inusualmente (para Silverstone) alta temperatura, y Leclerc aguantaba sin mosquearse a Hamilton. En la V18 el delantero derecho de Lewis empezaba a mostrar hilachas, pero los punteros jugaron a alargar el primer y único stint a la caza de algún Safety Car, y en ese lapso Leclerc incluso aumentó su ventaja: está claro que Mercedes y Ferrari son los dos grandes beneficiados por los neumáticos con carcasa más dura.
El séptuple campeón del mundo paró en el final de la Vuelta 27, cumplió la sanción de 10 segundos, calzó duros y salió a la caza de Leclerc. Con el correr de las vueltas, estuvo cada vez más claro que el monegasco (una labor deslumbrante del talentoso joven de Ferrari, sobreponiéndose a problemas de motor en la primera parte de la carrera) no tenía cómo aguantarlo al inglés.
En la Vuelta 50, Ham concretó, poéticamente, en el mismo lugar donde había sacado de carrera a Verstappen como un villano, en Copse, a un Leclerc que, como el Minotauro de Borges, apenas se defendió.
Todavía quedaba tiempo para que Pérez aplacara los efectos de un fin de semana pésimo haciendo una tercera parada en boxes para sacarle el punto de la Vuelta Rápida a Hamilton.
El inglés se llevó 25 unidades y quedó a 8 de Max, pero aquí pasaron dos cosas: 1) Ham le declaró la guerra a Max, su primer rival real desde Rosberg, y esto es sólo el primer capítulo de una lucha que será tenaz, artera y con más destrucción que una de Avengers; 2) esta vez Pirelli, que tantas veces cambió el equilibrio de la parrilla al modificar los neumáticos en la mitad de un campeonato (generalmente solucionándole los problemas al candidato de turno), le devolvió el equilibrio a un campeonato que comenzaba a escorar peligrosamente hacia el costado Verstappen/Red Bull.
Ahora nos queda un 2021 hermoso, con batallas en la pista, en los micrófonos y en las mesas de Dirección de Carrera como en los 70 u 80: para Ham, estos combates no son novedad; para Max es la primera vez que alguien le hace frente de este modo, llevando sus mismas armas hasta el extremo con astucia y sin escrúpulos; veremos quién ríe último.