Las mil noches de Aznar resumidas en un instante memorable
Pedro Aznar ofreció un magnífico concierto en el teatro Gran Rex de esta capital, donde presentó en Buenos Aires su espectáculo Mil Noches y Un Instante.
Solo, con su notable voz y rodeado de distintos instrumentos (guitarras, bajo, teclados) Aznar hizo anoche un recorrido vasto y sensible por un cancionero diverso que fue de Daniel Toro a Los Beatles, pasando por Luis Alberto Spinetta y composiciones propias, en lo que, dijo, es de algún modo un mapa musical de influencias y pertenencias.
“Las de esta noche son para mí canciones que conllevan todas recuerdos muy queridos y que tienen que ver con esas músicas que me enseñaron a ser músico”, contó Aznar sobre el escenario de un teatro colmado.
Vestido con zapatillas, jeans y camisa negra, Aznar entregó un concierto íntimo, cercano a la gente, de una solidez granítica y que contó con la participación, en calidad de invitados, de Teresa Parodi y Abel Pintos.
“Lo de las mil y una noches tiene que ver con esto de pasar la vida sobre los escenarios”, contó el que de adolescente fuera revelación del descomunal Madre Atómica, integró la vanguardia progresiva que fusionó rock, tango y jazz de Alas, fue parte de Serú Giran, tocó tres años en el Pat Metheny Group y enhebró luego una carrera solista en la que se destacó como compositor e intérprete.
El concierto de anoche duró más de dos horas, y a lo largo de la noche, Aznar entregó casi 30 canciones, abriendo el show a las 21.45 con “Claroscuro”, tema propio grabado en el disco “Quebrado”, para continuar con dos bellas canciones de Luis Alberto Spintetta, “Que ves en el cielo” y una indestructible versión de “Cantata de Puentes Amarillos”, con fotos de Antonine Artaud y cuadros de Vincent Van Gogh sobre una pantalla que, detrás del él, emitió imágenes a lo largo del todo el show como única escenografía.
Abandonando la guitarra de las primeras canciones (eléctrica en la primera, acústicas luego), pasó a los teclados para tres composiciones propias de su disco “Ahora” (2012), un álbum que, contó, fue compuesto a lo largo de algo más de un mes entre caminatas y meditación en un bosque junto al mar.
Luego vino el momento de dos estrenos: “Perdón”, canción a dos bajos y voz, en la que grabó primero la base y luego arriba la voz con el segundo bajo y “Río secreto del alma”, con música propia y letra de Teresa Parodi.
La autora correntina lo acompañó después en otras dos canciones, la segunda que hicieron en “parecería” en poco tiempo: “Laura, la del estero” y “El otro país”.
“El cosechero”, siguiendo con la línea Litoral, una gran versión de “Barro, tal vez”, que levantó al público de las butacas y “Si llega a ser tucumana”, con imágenes de Mercedes Sosa sobre la pantalla siguieron, hasta un imperdible dúo que hizo con Abel Pintos para entregar “Zamba para olvidar” y “A primera vista”, del brasileño Chico Cezar.
Finalizada la ronda de invitados, Aznar armó un rabioso set Beatle con “Blackbird”, “Strawbery fields for ever”, “Michelle”, “Yo soy la morsa”, “Lady Madonna” y “Because”, esta última con un exitoso experimento sobre el escenario.
El músico contó que grabó “Because” en su primer disco solista de 1982, pero que nunca la había tocado en vivo porque la magia de la canción estaba en las tres voces juntas de Paul, John y George, de modo que en este estreno ante el público, primero grabó una voz con los teclados, sobre esta superpuso otra con guitarra y a esas dos una tercera con bajo, en una celebradísima y mágica creación en vivo.
Para cerrar, todavía tuvo tiempo para “Media Verónica” (Calamaro), “Lisa” (Ceratti), “Quebrado” (él mismo), y “While My Guitar Gently Weeps”.
Luego vinieron los bises y un cierre con la canción de cuna “Good Night” del genial cuarteto de Liverpool; era exactamente la medianoche y Aznar despedía el día con un concierto memorable.