María Kodama elegirá los mejores films del Festival de Cine de Biarritz
La viuda del genial Jorge Luis Borges es una de los jurados de la competencia oficial del 23ro evento francés.
Si bien no recuerda cuándo, Kodama cree haber pasado una breve estadía junto a Borges en Biarritz, ciudad balnearia sobre el mar Cantábrico que la entusiasma y que además estimula su interés cinematográfico, al haber sido invitada a formar parte por primera vez del jurado que debe seleccionar al mejor filme de un festival.
"Amo mucho al cine y veo muchísimas películas. Lo primero que hago es leer los títulos y elijo cuál de ellos ver según un interés intuitivo. A Borges le encantaba también el cine e incluso alguna vez hizo crítica para algunos diarios", señaló Kodama, que piensa que la primera de esas críticas fue sobre "King Kong", el filme dirigido y producido en 1933 por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack.
Licenciada en Literatura por la Universidad de Buenos Aires, especializada en literatura sajona e islandesa, Kodama conoció a Borges a los 16 años como alumna y con el paso del tiempo esa condición de discípula se amplió a la de compañera, amiga, secretaria y lectora, hasta que finalmente se convirtió en su mujer y se casaron en 1986 en Asunción del Paraguay.
Además de haber colaborado con él en los libros "Breve antología anglosajona" (1978) y "Atlas" (1984), que reúne distintos testimonios de viajes que ambos realizaron juntos alrededor del mundo, Kodama es actualmente la presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, una institución con sede en Buenos Aires que difunde y sigue trabajando en la edición de su obra.
"De cada filme guardo una imagen que me queda como una especie de foto para siempre. A mí me gustaba mucho Ingmar Bergman y hay una película suya ("El Silencio", 1963) que es extraordinaria, donde todo transcurre dentro de un hotel fascinante durante una guerra imaginaria", sostuvo Kodama, que ahora organiza un ciclo de películas japonesas clásicas, a través de la Fundación Borges y la Embajada de Japón en Argentina.
Para ella, "tanto la literatura como el cine son cosas fascinantes. Con la literatura uno aprende como si viviera muchísimas cosas en carne propia, mientras que el cine me gusta mucho porque enseña las cosas que quizás uno nunca pueda vivir. Uno puede sentir las emociones y vivir y sentir como un otro, sin necesidad de serlo. Eso para mí es lo más importante del cine», agregó.
Su primer contacto con Borges fue a sus 10 años, cuando leyó el inicio de "Las ruinas circulares", su cuento preferido: "Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche»" y a partir de esa frase quedó tan asombrada y anonadada que no pudo entender nada.
"Años después leí en una entrevista que le hizo Victoria Ocampo en la que Borges decía que nunca antes ni después vivió o escribió un cuento con la misma intensidad. ‘Todo era ilusorio para mí. Lo único real era llegar y sumergirme en la escritura de ese cuento", decía Borges y para mí esa misma intensidad fue la que yo sentí cuando leí 'Las ruinas circulares', porque fue como entrar en otra dimensión".
En relación al vínculo que Borges mantuvo con el cine, Kodama recordó en diálogo con Télam que "la única película que a él le gustó hecha en base a uno de sus cuentos fue ‘La estrategia de la araña’", escrita y dirigida en 1970 por el italiano Bernardo Bertolucci, en base al cuento "Tema del traidor y del héroe", incluido en su libro "Ficciones", de 1944.
Otra de las películas basadas en sus obras que gustaron a Borges fue, según Kodama, "Hombre de la esquina rosada", dirigida en 1962 por René Mujica en base a su cuento homónimo, mientras que no le gustaron ni "Los orilleros" (Ricardo Luna, 1975) ni "Días de odio" (1954), opera prima de Leopoldo Torres Nilsson basada en su cuento "Emma Zunz", del libro "El Aleph".
"Creo que Borges hubiera sido un buen director también, porque realmente las únicas películas basadas en sus obras que perduraron fueron justamente las dos que a él le gustaron", afirmó Kodama, que recordó además que "él siempre tenía la ilusión de que lo hicieran bien, pero creía que los cineastas fallaban".
En ese sentido, explicó que "para él lo más importante era el sonido y la armonía de las palabras, el ritmo y la musicalidad de los diálogos, y fue por eso, entre otras cosas, que no le gustó ‘Días de odio’, porque en lugar de ponerle directamente ‘Emma Sunz’, Torre Nilsson eligió un título que llevaba tres letras d juntas, y eso sonaba mal para él".
Kodama sostuvo que ella "hacía la función de traductora de las imágenes cinematográficas y él me preguntaba cómo habían puesto en escena sus textos. Y cuando quería que fuéramos a un museo me decía: ‘Vamos a visitar a nuestros amigos’; él recordaba los gestos y los colores de los cuadros y yo le describía el mundo haciendo analogía con los colores que él recordaba".
Sobre su tarea de jurado en Biarritz, la escritora dice estar "disfrutando muchísimo. Todos mis compañeros son muy agradables y espero no pelearnos mucho cuando discutamos sobre los filmes. Hasta ahora, las que vimos son películas muy interesantes, cada una con sus propias características», agregó.
En su criterio, "las imágenes en el cine son muy importantes. Una imagen dice muchísimo. Pienso que las palabras son como celestinas, pueden mentir, en cambio los gestos no. Por eso las imágenes son tan importantes".
Por último, Kodama adelantó que forma parte de un proyecto encomendado por el Papa Francisco al Foro Ecuménico Argentino (del cual forma parte a pesar de ser agnóstica) para poner en funciones en Buenos Aires el Atrio de los Gentiles, un espacio donde ateos, agnósticos y creyentes de otras religiones puedan reunirse a dialogar y discutir ideas, para fomentar la tolerancia y evitar la violencia.