Renée Fleming, impasible
La soprano estadounidense resultó tan impecable como fría, acompañada por un excelente pianista.
Por Martín Leopoldo Díaz
Tal como había sucedido días antes con Itzhak Perlman, el Teatro Colón había superado su capacidad -con gente de pié en los pasillos- para la única noche de actuación de la soprano Renée Fleming y el pianista Gerald Martin Moore, el último sábado 10 de noviembre.
Fue el broche de oro del notable Abono Bicentenario, que ofreció excelentes interpretaciones a cargo de grandes estrellas del mundo musical. Es indiscutible el arte de Fleming. Su canto es elegante y exquisito. Sus condiciones vocales y técnicas están intactas, aunque por momentos se la notó inexpresiva. Moore la acompañó brillantemente, extrayendo del piano magníficas sonoridades y colores, sintiendo y respirando en todo momento junto a ella. Fue un placer escuchar a un verdadero Maestro.
El recital comenzó con las Ariettes Oubliées de Claude Debussy, sobre poemas de Paul Verlaine, cantadas correctamente por Fleming y acompañadas con extraordinaria sutileza por Moore. Siguieron los Chants d’Auvergne de Joseph Canteloube y dos arias de Erich Korngold, donde la cantante se mostró cabal y refinada. Desde ese momento, el concierto comenzó a tomar cierta calidez. Muy destacables fueron sus versiones de las canciones de Strauss : Ständchen, Morgen y Zueignung, entonadas con magnífica línea melódica, demostrando moverse con total comodidad, como una especialista dedicada al compositor.
Los fragmentos de Otello de Verdi, La Bohème de Leoncavallo y la bella aria Io son l’umile ancella de Adriana Lecouvreur de Cilea, reafirmaron que Fleming
es una estrella del canto actual y que junto a Moore conforman una excelente dupla. Los bises fueron atractivos, con O mio babbino caro de Puccini y Summertime de Gershwin, entre otros. Un gran concierto con muy buen final, aunque algo falto de emoción.