Asesino de 77 adolescentes reconoce “los hechos, pero no la culpabilidad”
El ultraderechista Anders Behring Breivik se definió como "un comandante militar" que actuó "en defensa propia" en julio pasado, cuando asesinó ese número de gente con un coche bomba y, luego, emboscando jóvenes en la isla de Utoya.
Anders Behring Breivik, quien en julio pasado mató a 77 personas, primero con un coche bomba y luego masacró a decenas de jóvenes en la isla de Utoya, comenzó a ser juzgado este lunes. El ultraderechista se definió como un comandante militar. “Reconozco los hechos pero no la culpabilidad. Actué en defensa propia", afirmó.
El juicio contra Breivik de 33 años, quien colocó un coche bomba en la capital noruega y luego masacró a decenas de jóvenes concentrados en la isla de Utoya, comenzó este lunes con la vista puesta en silos jueces si los jueces deciden si está loco o no. El proceso arrancó esta mañana y apenas apareció el asesino de Oslo, una vez liberado de las esposas, hizo un saludo de extrema derecha al público presente, compuesto por familiares de víctimas, supervivientes y periodistas.
Él mismo dejó detallado en un manifiesto que este saludo representa "la fuerza, el honor y el desafío a los tiranos marxistas en Europa". Luego se presentó como "escritor" cuando le preguntaron su profesión y quiso dejar claro que no reconoce "a los tribunales noruegos, porque han recibido su mandato de los partidos políticos que apoyan al multiculturalismo".
La primera jornada del juicio, que durará diez semanas, incluirá la lectura de la acusación y las intervenciones introductorias de las dos partes, y no está previsto que Breivik declare hasta este martes, aunque hoy deberá responder si se declara culpable o inocente.
En la mencionada lectura de la acusación, la Fiscalía ha detallado las 69 personas que fallecieron en Utoya y cómo Breivik acabó con su vida. Muchas de ellas presentaron múltiples disparos en la cabeza y hasta en la espalda. Breivik nunca ha negado ser el autor de la matanza (aunque insiste paralelamente en su inocencia).
El proceso se centrará en si el ultraderechista noruego de 33 años es un enfermo mental y por tanto no penalmente responsable, en cuyo caso sería ingresado en un psiquiátrico; o si era consciente de sus actos, con lo que se arriesgaría a recibir la pena máxima de 21 años de prisión, prorrogables de forma indefinida. Y es que se trata del episodio más sangriento que tiene lugar en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial.