En el marco del diálogo que se inició ayer entre el Gobierno venezolano y la cúpula opositora en un intento por frenar las escalada de violencia y la crisis política desesperante, el líder disidente Henrique Capriles indicó que la crisis que vive el país viene de la situación generada tras las elecciones presidenciales del 14 de abril y que o se cede en "posiciones intransigentes" y se busca el diálogo o el país "revienta". 



"O nosotros cedemos en posiciones intransigentes y buscamos que realmente haya diálogo, que la mayor responsabilidad es de parte de ustedes. O esto cambia o esto revienta. Yo espero que esto cambie", afirmó. 



"Ni quiero que haya violencia y condeno la violencia", agregó Capriles, candidato presidencial perdedor en las elecciones del 14 de abril del año pasado por un margen de poco más de 220.000 votos, resultado que el también gobernador de Miranda aún no reconoce. 



"El 14 de abril quieran ustedes reconocerlo o no este país cambió", dijo, agregando que la crisis política no se va a "resolver ni reprimiendo ni es un problema de la guarimba (barricadas) ni es un problema que te quieren tumbar, Nicolás, estás ahí por el control que tienen de las instituciones". 



Sin embargo el líder opositor subrayó: "Ni queremos un golpe de Estado ni queremos un estallido social". Afirmó que Venezuela está "muy mal" y que a este país "se lo está tragando la violencia, la criminalidad", y por eso atiende al diálogo que comenzó hoy con el auspicio de la Unión de Naciones Suramericanos (Unasur). 




Anoche, en medio de un tenso ambiente generado por la continuación de las protestas callejeras,  Maduro y la oposición iniciaron un inédito proceso de diálogo para hallar una salida política a la aguda polarización del país, que desde febrero se ha cobrado 39 vidas en choques entre opositores, policías y parapoliciales filochavistas. Pero el intento, que fue transmitido por TV en cadena nacional en su ronda inaugural, parecía estar totalmente minado.