Denuncian racismo en Brasil por un fallo judical contra los "rolezinhos"
Movimientos sociales marcharon para denunciar a las autoridades por haber prohibido la organización de reuniones masivas de jóvenes, en general de favelas, en los shoppings.
La protesta fue convocada por el grupo Unión de Núcleos de Educación Popular para Negras/os y Clase Trabajadora (Uneafro) en respuesta a un fallo judicial que prohibió uno de esos encuentros de jóvenes, que estaba programado para el lunes pasado en el centro comercial JK Iguatemi, uno de los más lujosos de San Pablo.
Un magistrado del Tribunal de Justicia de San Pablo prohibió la celebración del encuentro argumentando que el centro comercial es un lugar privado, "impropio" para ese tipo de manifestaciones, y además argumentó que en otros "rolezinhos" se han registrado robos y destrucción del patrimonio público.
La manifestación en la que participaron cerca de 200 personas, se dirigió precisamente al centro comercial JK Iguatemi, que cerró sus puertas antes de la llegada del grupo, según mostraron medios locales y citó la agencia EFE, aunque luego anunció que mañana volverá a abrir.
La marcha estaba encabezada por una pancarta en inglés que decía "En el país del Mundial, centros comerciales racistas prohíben la entrada de negros y pobres".
Los "rolezinhos" surgieron en los centros comerciales de los barrios periféricos y más humildes de San Pablo como encuentros masivos de adolescentes convocados en las redes sociales.
En las últimas semanas, después de que la prensa brasileña diera atención al fenómeno, se han extendido a otras ciudades del país, lo que ha generado preocupación en el gobierno brasileño.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, realizó esta semana una reunión con ministros para estudiar este fenómeno.
En esa línea, el alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, planificó reuniones con los adolescentes y los dueños de los centros comerciales donde intentará negociar con los jóvenes para evitar que continúen los encuentros en los shoppings.
El objetivo del funcionario, según relataron jóvenes consultados por el diario Folha do Sao Paulo, es convencerlos de trasladar los encuentros a otros espacios públicos para evitar desbordes en los comercios.