Los manifestantes egipcios celebran este viernes (día de descanso para los musulmanes) una marcha más reclamando que la Junta Militar abandone el poder y que se retrase las elecciones parlamentarias, que arrancan el lunes próximo.

Decenas de miles de personas se congregaron al mediodía para el inicio del rezo de los viernes, en el que el imam les dedicó un discurso político en el que aseguraba que Egipto "debe vivir de inmediato un traspaso de poder de los militares a los civiles". Los coros repitieron la frase más famosa de los últimos meses: "El pueblo quiere la salida del mariscal".

Desde el pasado sábado, las protestas y la violencia regresaron a la Plaza Tahrir de El Cairo, donde miles de egipcios acampan por la noche y corean consignas contra el régimen por la mañana. Hasta ayer jueves, cuando se firmó una tregua que aún sigue en pie, los choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad provocaron la muerte de al menos 35 personas, lo que obligó al Ejército a pedir "perdón" por su propia represión, en un contexto en el que Amnistía Internacional denunció que las violaciones a los derechos humanos se agravaron desde el derrocamiento de Mubarak.

Los partidos salafistas de Al Nur y el grupo de la Gamaa Islamiya anunciaron su participación en la manifestación, en la que no estará presente el principal movimiento islamista, los Hermanos Musulmanes, seguro triunfador de las elecciones con su brazo político, el Partido Libertad y Justicia.

Se teme que se puedan producir enfrentamientos en Tahrir entre la manifestación contra la Junta Militar y otra de apoyo a los generales que tiene previsto concentrarse en el céntrico barrio de Abasiya, y desde ahí dirigirse hacia la plaza. Algunos medios egipcios han agitado el fantasma de la llamada 'Batalla de los Camellos', evocando la jornada del pasado 2 de febrero, donde partidarios del depuesto presidente Hosni Mubarak entraron en Tahrir en camellos y caballos para tratar de dinamitar la protesta.