El norte y el este de Fallujah permanecen bajo control de los milicianos de ISIL, quienes cuentan -además- con la colaboración de las tribus sunnitas locales, y los residentes de estas zonas huyeron de sus casas por miedo a los bombardeos, informaron las autoridades según la agencia Europa Press.

Los milicianos, que izaron la bandera negra yihadista, tienen francotiradores desplegados en los tejados de las casas y de esta forma impiden la entrada del Ejército.

En Ramadi, ciudad fronteriza con Siria, las tribus locales colaboraron con el Ejército para evitar el ataque del ISIL, que también intentó contralar la localidad.

Los combates empezaron el lunes en la zona de Ramadi cuando fuerzas de seguridad desmantelaron un campamento de protesta levantado luego del inicio de una ola de manifestaciones, en 2012, de la minoría sunnita para denunciar discriminación y marginación.

El descontento de los árabes sunnitas con el gobierno chiita sigue en aumento, y esto contribuyó a que la violencia en Irak se encuentre en su mayor nivel en cinco años.

Los choques iniciados en Ramadi por el desmantelamiento del campamento de protesta se extendieron luego a Fallujah, y un subsecuente retiro de tropas de ambas ciudades allanó el camino para que los islamistas lanzaran sus ofensivas coordinadas.

Una vez dentro de las ciudades, los extremistas tomaron e incendiaron comisarías, liberaron a prisioneros y establecieron retenes en las calles con vehículos que arrebataron a los militares, desde donde hicieron flamear banderas de Al Qaeda.

Ante esta situación, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, decidió el retorno del Ejército a Al Anbar luego de que él mismo hubiese ordenado su retirada para tratar de calmar los ánimos de los manifestantes sunnitas.