"He's bad (es malo)", aseguraba una de las pancartas que los fans de Michael Jackson lucieron fuera del tribunal el pasado 7 de noviembre, después de que el doctor Conrad Murray fuera declarado culpable del homicidio involuntario del rey del pop. Tan bad que el juez Michael Pastor ha condenado hoy el médico a cuatro años de cárcel, la pena máxima a la que se enfrentaba. "No muestra arrepentimiento y es peligroso", ha agregado el juez sobre Murray.


Pastor ha asegurado que Murray cometió una "horrible violación de la confianza" entre médico y paciente. Lo mismo había afirmado el veredicto del jurado, que añadía que Murray violó los códigos de la ética médica al administrarle a Jackson una dosis abundante de Propofol, un narcótico usado sobre todo como anestésico en los quirófanos. Precisamente esa cantidad exagerada de Propofol fue la causa del fallecimiento de Jackson el 25 de junio de 2009.


Unas 10 horas le bastaron al jurado para alcanzar una conclusión unánime, penúltimo capítulo de un juicio que arrancó el 27 de septiembre de este año. Hoy va a llegar el epílogo de un proceso por el que han desfilado 49 testigos y en el que han sido presentadas 330 pruebas por parte de acusación y fiscalía. En uno de los momentos más emotivo de esos dos meses, la sala escuchó una grabación del propio Jackson, facilitada por Murray, en la que el cantante parecía drogado y hablaba de forma incongruente sobre su infancia y su afecto por los niños. También se mostró una fotografía del cadáver del músico en una camilla de hospital.

Murray finalmente no testificó en el juicio. Preguntado por el juez en una de las últimas vistas sobre si pensaba declarar, el médico contestó: "Depende de cómo evolucione, señor". Para él, ha evolucionado de la peor manera posible.