Fosas comunes, saqueos y violencia en Filipinas cinco días después del tifón
Autoridades de gobierno y religiosas decidieron hacer entierros colectivos para evitar epidemias; ocho personas murieron en un asalto masivo a un almacén de arroz
Cinco días después de que el tifón Haiyan azotara las provincias centrales de Filipinas, las autoridades locales y organismos religiosos han comenzado a cavar fosas comunes donde enterrar a las víctimas mortales y prevenir así que broten enfermedades y epidemias. Mientras tanto la desesperación y la violencia se extienden por todo el país, y ayer ocho personas murieron en un saqueo a un local que vendía arroz.
Al menos 150 cuerpos sin vida, ninguno de ellos identificados por las autoridades, fueron enterrados ayer en una fosa común cerca de la iglesia de Palo, en la isla de Leyte, reporta el canal local GMA.
En esa región, que quedó totalmente devastada el viernes pasado por Haiyan, el hedor de los cadáveres amontonados en calles y bajo los escombros se hace insoportable, mientras decenas de miles de personas necesitan urgentemente víveres de primera necesidad para aguantar hasta que llegue más ayuda.
Las autoridades se han visto desbordadas por la cantidad de muertos cuyos familiares o vecinos llevan continuamente al recinto religioso de Palo y al edificio habilitado como morgue.
En Barangay Paon, en el noreste de la isla Panay, también se ha informado de un sepelio masivo de 55 personas no identificadas, que se cree pertenezcan a un grupo de marineros residentes en Masbate, el pasado domingo.
"Los cadáveres pueden contaminar otras fuentes como el agua, pero no son los causantes de la difusión de enfermedades", declaró el director de Centro Nacional de Epidemología, Eric Tayag, al canal filipino.
El paso de la tormenta tropical "Zoraida" por la región occidental del archipiélago filipino ha llevado más lluvia a Tacloban y las poblaciones cercanas que agrava las inundaciones parciales de varias zonas de la ciudad.
El Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres de Filipinas elevó a 1833 el número oficial de muertos en su último informe, en el que también confirmó que al menos hay 2623 heridos y 84 desaparecidos. En tanto, el presidente de Filipinas, Benigno Aquino, descartó anoche que el número de fallecidos alcance los 10.000, como estimó Naciones Unidas.
La propagación de enfermedades como la gripe y la aparición del cólera u otras epidemias es una de las máximas preocupaciones de las autoridades locales.
Las provisiones de alimentos y agua potable y el suministro de material médico continúan llegando con cuentagotas a las provincias centrales de Samar, Leyte y el norte de Cebú, las más afectadas por el desastre natural, aunque las agencias nacionales e internacionales han empezado a desplegarse en la región.