Gran Bretaña afronta este jueves la huelga más grande en ochenta años. Es en protesta contra las reformas jubilatorias y el ajuste salvaje impulsado por la coalición de gobierno entre conservadores y liberales demócratas.

La protesta involucrará escuelas, medios de transporte y aduanas, y es el primer paso de un plan de lucha sindical para expresar el descontento por el desmontaje del Estado de Bienestar impuesto por el laborismo luego de la Segunda Guerra Mundial, y que ni Margaret Tachter pudo esmerilar.

Se prevé que al menos setecientos cincuenta mil empleados públicos, entre ellos maestros, profesores, bibliotecarios, funcionarios judiciales y trabajadores de dependencias gubernamentales, participen en el paro más importante desde 1926, que paralizó al país durante nueve días.

Las medidas del Gobierno consisten en despedir a trescientas mil personas y congelar los salarios de quienes permanezcan en la administración estatal.