Histórica visita de Francisco a Asís
Durante la misa, el Papa llamó a que "cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas", consignó Elizabetta Piqué, corresponsal de La Nación.
El papa Francisco volvió a realizar un fuerte llamamiento para que "cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, que callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión". Éste fue el grito del Papa en su homilía de la misa que celebró ante la Basílica de San Francisco de Asís, en Umbria, en el centro de Italia, una ciudad que ha elegido para rendir homenaje al santo que eligió como nombre el pontífice argentino.
El papa Bergoglio pidió después que "escuchemos el grito de los que lloran, sufren y mueren por la violencia, el terrorismo o la guerra, en Tierra Santa, tan amada por San Francisco, en Siria, en todo el Oriente Medio, y en el mundo", consignó por Continental Elizabetta Piqué, corresponsal del diario La Nación en el Vaticano.
Asimismo, Francisco volvió a fustigar la "mundanidad" (que motejó de "cáncer de la sociedad") en la jerarquía católica. "Es ridículo que un cristiano verdadero, un obispo, un cardenal, un Papa, vayan por el camino de la mundanidad, que mata el alma, que mata la Iglesia".
"La Iglesia debe despojarse de un peligro gravísimo, el de la mundanidad, el de la vanidad, el de la prepotencia, el del orgullo, el del dinero", clamó Francisco, quien prefirió dejar de lado el discurso que tenía preparado, evidentemente emocionado por estar en los lugares donde predicó el poverello , nacido aquí en el siglo XII. En este texto, aseguraba que "si queremos salvarnos del naufragio, es necesario seguir la vía de la pobreza, que no es la miseria -ésta hay que combatirla-, pero es el saber compartir, ser más solidarios con los necesitados, confiar más en Dios y menos de nuestras fuerzas humanas".
"Todos estamos llamados a ser pobres y por eso debemos aprender a estar con los pobres, compartir, tocar la carne de Cristo. Un cristiano no es uno que se llena la boca con los pobres, ¡no! Es uno que los encuentra, que los mira en los ojos, que los toca", explicaba. "Estoy aquí no para «ser noticia», sino para indicar que ésta es la vía cristiana, la que recorrió San Francisco", agregaba.
Pero el Papa, al hablar ante un grupo de pobres, desocupados y sin techo en la famosa "Sala de las Expoliaciones" del obispado de esta ciudad, donde el santo patrono de Italia, renunciando a todos sus bienes, se desnudó de manera simbólica también de su ropa, decidió no leer ese texto.
Al improvisar, Francisco destacó que "cuando se habla de Iglesia, se cree que se habla de los curas, los obispos, los cardenales, pero la Iglesia somos todos y todos debemos liberarnos del espíritu de mundanidad, que es la lepra, el cáncer de la sociedad. Es tan triste encontrarnos con un cristiano mundano", clamó Francisco, quien habló también de "este mundo salvaje que no da trabajo y que no ayuda", en el que hay niños que mueren de hambre y cientos de miles de refugiados, y recordó la tragedia de ayer frente a la isla de Lampedusa, donde murieron unas 200 personas. "Hoy es un día de lágrimas", sentenció el ex cardenal primado de la Argentina.
El Pontífice, quien llegó esta mañana en helicóptero desde Roma, empezó su histórico peregrinaje a Asís con una conmovedora visita al Instituto Seráfico, centro que atiende a niños y jóvenes discapacitados, a quienes saludó personalmemte, uno por uno, con inmensa ternura. Evidentemente conmovido por el dolor presente en el lugar, donde los enfermos involuntariamente emitían sonidos guturales y gritos, tampoco leyó el discurso que tenía preparado.
"Estamos entre las llagas de Jesús y estas llagas deben ser escuchadas, reconocidas", dijo, hablando en voz baja, con rostro serio. "Aquí está Jesús, escondido en estos chicos. El cristiano debe reconocer las llagas de Jesús, tenemos que escuchar las llagas de Jesús. Lo que da esperanza, es que Jesús está entre ustedes: cuando Jesús resucitó era lindísimo, ya no tenía señales de la flagelación, sólo quiso conservar las llagas, que se llevó al cielo", recordó, provocando aplausos y lágrimas entre los presentes.
En un programa más que intenso, el Papa visitó luego la Iglesia de San Damián, que el santo de Asís reconstruyó y donde recibió el llamado de Jesús desde un crucifijo y, más tarde, antes de celebrar una misa multitudinaria ante la Basílica de San Francisco, rezó concentrado ante la tumba del poverello, en medio de un silencio impresionante.