En su primer viaje a Cuba durante su tercer mandato, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó de "ilegal" el embargo impuesto por Estados Unidos a la isla y denunció la inclusión de la isla en la lista de los Estados patrocinadores del terrorismo.

El expresidente estadounidense Donald Trump incluyó a la nación insular en la lista estadounidense de estados patrocinadores del terrorismo, y aunque la administración Biden ha revocado otras medidas de la era Trump, hasta ahora no ha eliminado a Cuba de la lista.

"Cuba ha sido defensora de liderazgo global más justa. Y hasta el día de hoy es víctima de un embargo económico ilegal", dijo Lula en un discurso de apertura de la Cumbre del G77 de naciones en desarrollo en la capital, La Habana. "Brasil está en contra de cualquier medida coercitiva unilateral. Rechazamos la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo".

Los comentarios se hicieron pocas horas antes de que Lula partiera hacia Nueva York, donde asistirá a la Asamblea General de las Naciones Unidas y mantendrá conversaciones bilaterales con Biden.

Anteriormente, Cuba expresó su preocupación por la etiqueta y el embargo económico de décadas de la Guerra Fría de Washington contra la isla gobernada por el Partido Comunista de Cuba. La Unión Europea de 27 miembros, el principal socio comercial del país, también ha rechazado repetidamente el embargo comercial.

Cuba y los críticos de las sanciones económicas dicen que el embargo impide y obstaculiza el acceso a alimentos, medicinas y otros suministros críticos para el desarrollo.

El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios sobre los comentarios de Lula.

La administración Biden ha dicho anteriormente que la ley estadounidense incluye exenciones y autorizaciones para las exportaciones de alimentos, medicinas y otros bienes humanitarios a la isla.

Durante la Asamblea, se espera que Brasil regrese a su posición histórica de condenar el embargo a Cuba, una de las mociones que suele votarse cada año en Naciones Unidas y que se aprueba abrumadoramente. En 2019, durante el primer año de la administración del derechista Jair Bolsonaro, Brasil votó en contra de la moción junto con Estados Unidos e Israel.

Lula también aprovechó su discurso para reclamar una vez más la inversión prometida por los países desarrollados para reducir el impacto del cambio climático, tal como establece el Acuerdo de París, pero que no se ha cumplido. El presidente afirmó que los países en desarrollo no tienen la misma "deuda histórica" ​​que los ricos por el calentamiento global.

"El principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas sigue siendo válido. Por eso todos los países en desarrollo deben tener garantizados fondos climáticos, de acuerdo con sus necesidades y prioridades", afirmó.