El bolívar desapareció de las calles, depreciado ante el dólar, consumido por la subida de los precios y con una capacidad de compra muy escasa. Los billetes del dinero local valían tan poco que se contaban por millones y servían para poco más que manualidades para vender en las calles de las principales ciudades. La hiperinflación pulverizó al bolívar, que dejó de ser un referente de valor y perdió 16 ceros desde la llegada al poder del comandante Hugo Chávez en 1999.