Una huelga de conductores de autobús en reclamo de mejores salarios afectó el miércoles la circulación en cuatro ciudades de Brasil, en un contexto de reivindicaciones de movimientos sociales y políticos que presionan al gobierno a 15 días del Mundial.

En Salvador de Bahia (noreste), una de las 12 ciudades sede de la Copa, vehículos de la policía militar debieron escoltar a los
pocos autobuses que circulaban por las calles en el tercer día de huelga. Finalmente, un acuerdo sobre un alza de sueldos de 9% puso fin a la paralización en la tarde del miércoles.

Sao Luiz do Maranhao (noreste) atraviesa su séptimo día de huelga de autobuses, mientras en Florianópolis (sur) la
paralización de los buses será de 24 horas. 

En Rio de Janeiro, donde también se decretó huelga de autobuses por tercera vez en el mes, "el 80% de la flota de autobuses
circula con normalidad", indicó el secretario de Transportes de Rio, Alexandre Sansao.

Los huelguistas de Rio, un grupo disidente del sindicato de transportistas, reivindican un 40% de aumento de salarios, mientras el sindicato negoció y obtuvo en marzo un alza de 10%. 

Durante las huelgas anteriores en Rio, más de 500 autobuses fueron incendiados o destrozados por los huelguistas, con un 
perjuicio financiero estimado en 17 millones de reales (7,6 millones de dólares). 

Convocados por las redes sociales y sin banderas políticas, más de un millón de brasileños salieron espontáneamente a las calles en junio pasado, durante la Copa Confederaciones, a pedir más dinero para la salud, la educación y el transporte y menos para el Mundial-2014.

"Lo que pasa ahora es radicalmente diferente de lo que sucedía en junio de 2013", dijo a la AFP José Augusto Rodrigues, sociólogo de la Universidad del estado de Rio (UERJ).

"El clima de malestar perdura pero, incluso sin eso, los movimientos sociales habrían aprovechado el Mundial para hacer
presión sobre el gobierno; así sucedió en los Juegos Olímpicos de Londres", declaró.

Hace casi un año, explicó, las manifestaciones eran convocadas por las redes sociales e incluso había hostilidad hacia los
partidos políticos. "Hoy son los sindicatos los que se manifiestan, mientras los amateurs han desaparecido", subrayó.

Lo que encendió la llama de las protestas de junio pasado fue la brutalidad policial contra los manifestantes que exigían la
gratuidad del transporte público en Sao Paulo, un movimiento que luego catalizó la insatisfacción general contra el inmenso gasto
público en el Mundial, estimado en 11.000 millones de dólares.

Pero hoy "los manifestantes antiCopa son muy poco numerosos, quienes manifiestan son los grupos organizados", sostuvo Rodrigues.

Unos 500 líderes indígenas aprovecharon también para protestar el martes en Brasilia por la delimitación de sus territorios
ancestrales.

Con pinturas de guerra en el rostro y el cuerpo, sus tocados de plumas tradicionales y arcos y flechas, subieron al techo del
Congreso nacional y luego se sumaron a una manifestación de movimientos sociales y Sin Techo que marchaba al estadio
mundialista de la capital del país para protestar contra la Copa.

La policía dispersó a los indígenas y demás manifestantes -en total poco mas de un millar- con gases lacrimógenos. Un indígena
lanzó una flecha contra el muslo de uno de los 700 policías que resguardaban el estadio Mané Garrincha, mientras otros manifestantes respondieron con piedras.