Un candidato argentino, a punto de hacer historia en Israel
El economista Manuel Trajtenberg se convertirá la semana próxima en el primer argentino en ingresar al Parlamento israelí y posiblemente en el futuro ministro de Finanzas.
Nacido en Córdoba hace 64 años y emigrado de joven a su país adoptivo, Trajtenberg completó estudios universitarios y una maestría en Economía y Sociología en Jerusalén, viajó luego a Estados Unidos para obtener un doctorado en la Universidad de Harvard y regresó a Israel transformado en una eminencia.
Su reconocimiento en el campo académico trascendió pronto al popular con las protestas de los "indignados" israelíes que en 2011 tomaron las calles para reclamar mejores condiciones económicas, tras lo cual el primer ministro, Benjamin Netanyahu, le encargó un famoso informe con recomendaciones para superar la crisis.
"Este es mi bulín. El lugar adonde vengo cuando quiero esconderme un poco", dijo el afable economista y profesor, con lunfardo incluido en una entrevista.
Tras rechazar durante años propuestas de partidos de todo el espectro ideológico, Trajtenberg anunció en diciembre su ingreso a la política como candidato a las elecciones del próximo martes por la alianza de centro Campo Sionista, del líder laborista Isaac Herzog y la ex canciller Tzipi Livni, del partido liberal Hatnuah.
Séptimo en la lista de diputados del Campo Sionista, su entrada al Parlamento se da por descontada, dado que las encuestas sitúan a la alianza del centroizquierdista Herzog y la ex derechista Livni como favorita a ganar los comicios con 24 de las 120 bancas en juego, tres más que el partido de derecha Likud, de Netanyahu.
Y si, una vez abiertas las negociaciones poselectorales, el Campo Sionista lograra concertar las alianzas con partidos menores que le permitan lograr una mayoría parlamentaria y formar gobierno, además de diputado será miembro del gabinete, donde ya tiene reservada la cartera de Finanzas.
Trajtenberg desgranó sus iniciativas prioritarias, que la derecha desprecia por "socialistas" y la izquierda por "neoliberales", tanto que algunos laboristas de paladar decididamente más izquierdista no asistieron al acto en el que presentó su programa económico.
"Israel es una paradoja. La macroeconomía está yendo muy bien desde que salimos de la crisis de 2001 a 2003. El PBI crece, el desempleo es bajísimo, del 5,6%, la inflación no existe, la balanza de pagos está muy bien y se han acumulado reservas en el Banco Central por 90.000 millones de dólares", dijo.
"Sin embargo, en 2011, medio millón de jóvenes salió a las calles cantando 'el pueblo quiere justicia social', lo que evidenció una honda contradicción entre la macro y la microeconomía, con alta desigualdad social, precios de vivienda astronómicos, elevado costo de vida y salario real planchado", continuó.
"Ese es el gran fracaso de la concepción económica de Netanyahu, una filosofía que se remonta a (el ex presidente estadounidense) Ronald Reagan y que postula que el Estado es muy grande y que hay que achicarlo para aliviar al sector empresarial, y que el crecimiento resultante se derramará sobre los más pobres", añadió.
Para Trajtenberg, este derrame "nunca ocurrió, ni acá, ni en Estados Unidos, ni en ningún lado", mientras que, con la obsesión de controlar el gasto, "que está muy bien", el Estado se redujo sin pausa, así como la recaudación impositiva y por ende la inversión en servicios públicos, sobre todo en Educación y Salud.
La solución, según el economista, es que "el Estado debe retomar su responsabilidad" en los servicios públicos esenciales; la macroeconomía "tiene que ser un medio -y no un fin en sí mismo- para lograr el bienestar del individuo" y "empezar una política de crecimiento con inclusión, que es lo contrario al derrame", señaló.
Sin ser el campo de acción en el que cuenta con mayor experiencia ni el área que recaería bajo su competencia, Trajtenberg también afirma que es necesario un cambio político respecto al conflicto con los palestinos, comenzando por superar la "desconfianza enorme" entre Palestina e Israel.
Para el economista, es imperativo relanzar un diálogo amplio a nivel regional, que incluya a los países árabes y que consista en la creación de un Estado palestino "en general" dentro de las fronteras de 1967 pero en el marco de un acuerdo en el que Israel retenga algunas colonias a cambio de ceder algunas tierras propias.
"La situación actual es insostenible, y Tzipi está comprometida a cambiarla", sostuvo sobre Livni, que defiende la solución de los dos Estados y que, tras su inicios en el Likud y su paso por el centrista Kadima, fundó Hatnuah como opción para los votantes frustrados con el estancamiento del proceso de paz con Palestina.