Un opositor a Putin fue condenado a tres años y medio de prisión en suspenso
Alexei Navalny recibió la condena tras ser encontrado culpable de malversación de fondos en un controvertido proceso judicial, y luego violó su arresto domiciliario.
En abierto desafío al Poder Judicial y, especialmente, al gobierno de Vladimir Putin, Navalny tuiteó una autofoto en el subte yendo a la manifestación en la plaza de Manezhka, en el centro de Moscú, y escribió: "Hoy realmente quiero estar con ustedes. Por eso yo también voy".
"No nos pueden arrestar a todos", sentenció el dirigente opositor y, ni bien llegó a la plaza, decenas de imágenes de él empezaron a circular en las redes sociales.
Inmediatamente, la policía que mantenía un cerco alrededor de la protesta, que no fue autorizada por el gobierno y, por ende, es considerada ilegal por las autoridades rusas, lo arrestó y lo llevó de nuevo a su casa para cumplir con la detención domiciliaria, dictada por la Justicia.
Minutos después, las fuerzas de seguridad comenzaron a detener a otros manifestantes, según informó el canal de televisión Russia Today.
Navalny había calificado al veredicto de hoy como "el más infame". Su enojo no estaba tan dirigido a su sentencia, sino a la que recibió su hermano, Oleg, quien fue condenado a una pena de tres años de cumplimiento efectivo en la cárcel.
A ambos se los condenó por defraudar por más de 30 millones de rublos (casi 530.000 dólares) a dos compañías y de "lavar" posteriormente ese dinero a través de un entramado de empresas.
Sin embargo, los hermanos Navalny siempre sostuvieron que los cargos eran falsos y que sólo buscaban menoscabar la popularidad política de Alexei, quién cobró reconocimiento al denunciar casos de corrupción estatal a través de su blog, lo que lo convirtió en uno de los niños mimados de la oposición rusa y uno de los dirigentes más críticos de Putin.
Esa trascendencia le sirvió para quedar segundo en las últimas elecciones a la alcaldía de Moscú, en las que obtuvo más del 27 por ciento de los votos, un caudal electoral importante para la oposición.
La jueza Elena Korobchenko condenó además a los hermanos al pago de una multa de 500.000 rublos (8.800 dólares) cada uno y de una indemnización de más 77.000 dólares en concepto de daños.
Oleg fue detenido en la misma sala del tribunal, mientras que su hernano Alexei continuará en arresto domiciliario hasta que se publique el veredicto en su totalidad.
La fiscalía había pedido diez años de arresto efectivo para Alexei y ocho para su hermano.
El dirigente opositor ya había sido condenado en 2013 por otro caso a cinco años de prisión en suspenso, y ese mismo año fue puesto bajo arresto domiciliario por supuestas violaciones a las condiciones de su libertad condicional.
La decisión de hoy es independiente de ese caso, según informaron el tribunal y su abogado.
Los hermanos Navalny anunciaron que apelarán la sentencia y criticaron el proceso judicial, al que calificaron como políticamente motivado.
Para Mijail Jodorkovski, ex magnate y también detractor del Kremlin, la condena a Navalny es una venganza por su lucha contra la corrupción.
"No hay ninguna duda de que en Rusia no hay estado de derecho", criticó Jodorkovski, quien vive en Suiza desde que en 2013 fue liberado tras pasar diez años en un campo de castigo.
Liudmila Alexeyeva, integrante de la filial rusa de la organización defensora de los derechos humanos conocida como "grupo de Helsinski", criticó la decisión al señalar que "no hay base ni para una pena de cárcel ni de libertad condicional. Todo el proceso es político".
El anuncio del veredicto se adelantó dos semanas ya que, según explicó una vocera de la Corte, el fallo ya estaba listo.
El entorno de los Navalny, en cambio, denunció que el cambio sorpresivo de la fecha buscó evitar la manifestación convocada para dentro de dos semanas frente a tribunales.
Amigos y simpatizantes del dirigente opositor hicieron ayer una nueva convocatoria y alrededor de mil personas se congregaron frente al edificio de la Corte hoy, hasta que la policía rusa comenzó a detener a los manifestantes que se negaban a abandonar la céntrica plaza moscovita.