Un análisis reciente de dientes fósiles pertenecientes a los primeros Homo, encontrados en el yacimiento de Dmanisi en Georgia, pone de manifiesto un aspecto crucial de la evolución humana: la infancia prolongada. Este descubrimiento es notable, ya que se observa que, a pesar de contar con un cerebro relativamente pequeño y una edad adulta comparable a la de los grandes simios, estos homínidos presentaban un desarrollo infantil más extenso. 

El estudio, publicado en la revista Nature, sugiere que esta infancia prolongada, en conjunto con la transmisión cultural dentro de grupos sociales de tres generaciones, podría haber sido un factor determinante en la evolución hacia un cerebro de mayor tamaño, característico de los seres humanos modernos. 

Este hallazgo desafía la hipótesis conocida como 'cerebro grande, infancia prolongada', que ha sido objeto de debate entre los científicos. El equipo de investigación, conformado por especialistas de la Universidad de Zúrich, el European Synchrotron Radiation Facility (ESRF) en Francia y el Museo Nacional de Georgia, llevó a cabo un exhaustivo análisis utilizando imágenes de sincrotrón para estudiar el desarrollo dental de un fósil casi adulto datado en aproximadamente 1,77 millones de años. 

Christoph Zollikofer, primer autor del estudio, señala que "la infancia y la cognición no se fosilizan, por lo que debemos confiar en la información indirecta. Los dientes son ideales porque se fosilizan bien y producen anillos diarios, al igual que los árboles producen anillos anuales, que registran su desarrollo". Además, Paul Tafforeau, coautor del estudio, destaca que "el desarrollo dental está fuertemente correlacionado con el desarrollo del resto del cuerpo, incluido el desarrollo del cerebro". Así, el análisis de los dientes de este homínido fósil proporciona información valiosa sobre su crecimiento general. 

El proyecto de investigación se inició en 2005, tras la exitosa aplicación de análisis no destructivos de microestructuras dentales mediante tomografía sincrotrón. Esta técnica ha permitido a los investigadores realizar cortes microscópicos virtuales a través de los dientes del fósil, lo que ha facilitado la reconstrucción de las distintas etapas de su crecimiento dental con una precisión inigualable. 

Durante el transcurso de casi 18 años, desde la concepción del proyecto hasta la publicación de los resultados, se llevaron a cabo múltiples experimentos y análisis completos. Los hallazgos apuntan hacia un crecimiento dental más acelerado de lo esperado en comparación con otros homínidos y grandes simios actuales, lo que respalda la necesidad de revisar la hipótesis del 'cerebro grande, infancia prolongada'. Tafforeau menciona que "ha sido un proceso lento de maduración, tanto técnico como intelectual, para llegar finalmente a la hipótesis que publicamos hoy". 

En cuanto a los resultados obtenidos sobre la edad del individuo analizado, se determinó que este murió entre los 11 y 12 años, presentando un patrón de maduración dental similar al de los humanos modernos, aunque con características propias de los grandes simios. Vincent Beyrand, coautor del estudio, explica que "los dientes de leche se usaron durante más tiempo que en los grandes simios y que los hijos de esta especie temprana de Homo dependían del apoyo de los adultos durante más tiempo". Este fenómeno podría interpretarse como un primer indicio de un cambio evolutivo hacia una infancia prolongada. 

Aunque los primeros Homo no tenían cerebros significativamente más grandes que los de los grandes simios, es posible que su esperanza de vida fuera mayor, lo que les habría permitido desarrollar conocimientos y habilidades sociales complejas a través de la transmisión cultural. David Lordkipanidze, coautor del estudio, añade que el hecho de que un individuo anciano pudiera sobrevivir sin dientes durante un periodo prolongado indica un cuidado adecuado por parte del grupo. Este aspecto resalta la importancia de las relaciones intergeneracionales en la transmisión cultural, fundamental para el desarrollo de la especie humana. 

En conclusión, el estudio sugiere que la prolongación de la infancia y la estructura social de tres generaciones podrían haber sido factores claves que propiciaron la evolución biocultural, llevando a un incremento en el tamaño del cerebro y una mayor longevidad. Así, la investigación sobre los dientes fósiles de Dmanisi invita a repensar los mecanismos evolutivos que dieron lugar a la especie Homo sapiens.