La Argentina sufrió y mucho, pero sufrió por la propia Argentina, por la falta de coraje ofensivo, por meterse atrás, porque el entrenador Lionel Scaloni decidió refugiarse inexplicablemente atrás. 

Hubiese sido imperdonable volverse del Mundial con Angel Di María en el banco de suplentes. y casi ocurre. Su solo ingreso los últimos diez minutos cambió el encuentro, volcó a la Argentina contra el arco holandés y no se ganó en el alargue, en esos minutos, por la fortuna del rival.