Un cancha de fútbol, una popular, es el único lugar de la Tierra, en el que uno acepta con felicidad, que un señor con el torso desnudo y transpirado, le abrace la cabeza en una explosión de alegría. De hecho, uno le devuelve ese abrazo con la misma pasión y entiende lo que hizo unos minutos después, cuando baja la adrenalina.