En marzo se conocería la definición en el juicio oral por la terrible muerte de un niño en la localidad correntina de Mercedes.

En 2006, en lo que se considera un sacrificio humano en el marco de un ritual de adeptos a San Lamuerte, fue decapitado y le extrajeron la sangre.

Por Continental, el director general del Gabinete de Investigaciones Antropológicas de Corrientes precisó que “los procesados pertenecían a un grupo que realizaba ese tipo de practicas y que tenían una lista con datos y características de diversos niños”.

La adhesión a ese culto en la zona “siempre fue de manera simbólica, pero, cuando se empiezan a relacionarse con otros cultos, ahí se redimensiona la práctica. En este caso era una secta en formación que estaban armando incluso como una escuela”, reseñó José Micheli.

En este caso, los delincuentes “tenían una lista con datos de niños. En base a eso se determinaba qué tipo de ofrenda se llevaba”.

“Luego, se considera que hay otros estamentos (socialmente más poderosos) que nunca se pudo saber su identidad. Hubo muchas dificultades para poder realizar la investigación”, enfatizó en Magdalena Tempranísimo.

“Además, este grupo tenía también otros propósitos: narcotráfico, prostitución infantil. Está acompañado de una ideología mágico-religiosa”, resumió Micheli.