La familia de la mujer decapitada cree que el hijo del asesino participo del crimen
"Hay muchos aspectos de su declaración que no tienen otro sentido que desincriminar a su hijo, sostuvo José Vera, abogado de la familia de la víctima. Los investigadores todavía no pudieron hallar la cabeza de la mujer.
El abogado de la familia de Solange Aguirre, cuyo cuerpo decapitado apareció en una isla de Entre Ríos el último sábado, dijo que la declaración del padre de la hija de 2 años de la víctima, en la que además de confesar el crimen desvincula a su hijo también detenido, "no cierra".
Se trata de José Vera, quien dijo a Télam que si bien el confeso homicida, Alejandro Reynoso (38), admitió ante la Justicia haber asesinado a Solange y luego decapitar y enterrar su cuerpo, "hay muchos aspectos de su declaración que no tienen otro sentido que desincriminar a su hijo".
"Le pide a su hijo (Sergio Reynoso, de 19 años) que lo acompañe a Entre Ríos, se baja de su camioneta, le dice `Quedate acá´, entierra el cuerpo y nunca le da ninguna explicación", ironizó Vera, en referencia a lo declarado el jueves pasado por el imputado ante el fiscal de Benavídez, Sebastián Fitipaldi.
Reynoso hijo dio una versión similar a la de su padre, en la que se desligó del homicidio y sólo admitió haberlo acompañado al lugar donde fue enterrado el cuerpo.
Para Vera, sin embargo, la "hipótesis que presenta (Alejandro Reynoso) no cierra por ningún lado", porque los cuatro pescadores paraguayos que encontraron el cuerpo relataron a la Justicia que el día anterior "habían visto a dos hombres enterrar algo, uno más joven y otro más viejo".
"No descartamos la participación de otro", señaló también el abogado de la familia de Solange, quien dijo que esperaba los informes de la Justicia respecto de las escuchas telefónicas a los imputados previas a sus respectivas aprehensiones.
En ese sentido, fuentes judiciales informaron que el fiscal Fitipaldi también ordenó el análisis de las grabaciones de las cámaras de seguridad instaladas tanto en el peaje del puente Zárate-Brazo Largo por el que los Reynoso pasaron con el cuerpo, como las de una estación de servicio ubicada un kilómetro antes.
Otra medida probatoria pedida es la que permitiría a los peritos forenses determinar la data de muerte de Aguirre y saber si es plausible la versión de Reynoso padre, quien dijo que la mató en medio de una discusión en una de sus pollerías de Benavídez.
Si los investigadores encuentran probable que la muerte se haya producido más tarde, en cambio, podría trabajarse la hipótesis de que el homicida recibió la asistencia de alguien más.
Además, se esperaba que en las próximas horas la Justicia entrerriana volviera a rastrillar el lugar del hallazgo del cadáver para buscar la cabeza de la víctima, ya que el confeso asesino dijo que se deshizo de ella en la misma zona donde enterró el cuerpo.
Aguirre era madre de dos niños, un varón de 5 años y la niña, hija de Reynoso, que el lunes cumplió 2, y fue vista por última vez el 5 de este mes cuando salió a comprar cigarrillos y dijo que después iba a ir a la pollería a hablar con el padre de su hija.
El sábado, en un camino vecinal próximo al puente de la isla entrerriana de Talavera, en el límite con la provincia de Buenos Aires, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer que el miércoles fue reconocido por su familia como el de Solange.
La clave de la identificación fueron los tatuajes que la víctima tenía en uno de sus hombros con las iniciales de los nombres de sus dos hijos, "A" y "L", pese a que esa zona había sido tajeada, y alguna particularidad en sus pies.
Fuentes judiciales indicaron a Télam que en su confesión frente al fiscal, Alejandro Reynoso -quien nunca fue pareja formal de Solange-, dijo que el crimen lo cometió con una chaira para afilar cuchillos, con la que presuntamente le atravesó el cráneo.
El pollero relató que luego recubrió el cadáver con dos bolsas, lo cargó en su camioneta y fue a su casa de la calle Peñaloza 1992, de Boulogne, partido de San Isidro, donde le contó lo sucedido a su hijo.
Ya en horas de la madrugada del jueves, fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, un lugar que conocían porque solían ir a pescar y allí enterró el cadáver, al que previamente le seccionó la cabeza, le cortó las yemas de los dedos de las manos y le tajeó los tatuajes, para dificultar su identificación.