“Al cáncer de mama hay que detectarlo antes”, recomienda un especialista
El oncólogo y cirujano Umberto Veronesi fue un precursor de las cirujías localizadas para extraer tumores de mama. "El objetivo es hallarlos antes de que sean palpables", explicó.
Médico Oncólogo y Cirujano, el Dr. Umberto Veronesi es el hombre que en 1969 propuso a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud una aventura por entonces inimaginable: demostrar que quitar un tumor de mama en forma localizada, extrayendo sólo una parte del seno, daría el mismo resultado que la cirugía radical (quitar la mama entera) que se usaba por entonces.
La preocupación principal de Veronesi pasa por aumentar la detección temprana de los tumores. “Todavía, a pesar de los métodos disponibles, la mitad de los tumores se descubren por palpación. El objetivo es hallarlos antes”, explica.
“Mi propuesta parecía una herejía, la consideraban anómala y peligrosa, pero veía mujeres mutiladas quirúrgicamente y quemadas por la radioterapia y me parecía vergonzoso. Quería lograr una cirugía que evitara recidivas locales y lograra la conservación más completa de la mama. La llamé cuadrantectomía”, dijo ayer Umberto Veronesi, en su expresivo pero elegante italiano, frente a un auditorio de cerca de 500 especialistas en cáncer de mama locales que escucharon su conferencia magistral durante el 7º curso de la Fundación Argentina contra el Cáncer (Facec) y el Istituto Europeo di Oncologia (IEO), en Buenos Aires.
Ese fue el primer peldaño de su revolución, a partir de la década del 70. Después puso la mira en evitar quitar la cadena de ganglios linfáticos axilares junto con la cirugía mamaria. Gracias a una técnica llamada del ganglio centinela, se pudo detectar con un radioisótopo si existía o no un ganglio positivo, es decir, enfermo de cáncer, y únicamente en ese caso extraer el resto. “Demostramos al cabo de los años que la conservación de los ganglios tenía mejor pronóstico -explica Veronesi-. Extirparlos innecesariamente no sirve, son células de defensa, inmunitarias.” Además, cuando se los extrae, se produce un efecto adverso llamado linfedema en el brazo del lado operado, un edema incómodo y molesto de líquido linfático que ya no tiene dónde drenar.
Primero conservar la mama. Después, los ganglios. Pero la revolución de Veronesi no había terminado: con el nuevo milenio, él y su equipo probaron que aplicar radioterapia focalizada luego de extirpar el tumor mamario daba los mismos resultados que irradiar la mama en forma más extensa. Ahora, una técnica llamada Intra Operative Radiotherapy -que se realiza con un acelerador lineal portátil- permite aplicarla al cabo de la extirpación del tumor, pero durante el mismo acto quirúrgico.
Y desde 2002, el grupo que el doctor Veronesi coordina como director científico del Istituto Europeo di Oncologia (IEO) logró que aun en aquellas mujeres en quienes por el tipo de cáncer que tienen -multifocal o multicéntrico, por ejemplo- no queda más opción que extirpar la mama completa, se aplique una técnica, “mastectomía conservadora”, que consiste en utilizar piel y el pezón (cuando no está tomado por la enfermedad), y que la paciente salga de la sala de operaciones con una mama nueva.
“Aprendimos que un exceso de cirugía no sirve -asegura el médico, que fue ministro de Salud de su país entre 2000 y 2002-. Las cirugías invasivas son dañinas porque el cuerpo se defiende y pone en marcha factores de crecimiento que pueden estimular el crecimiento de las células tumorales. No es necesario seguir cortando y masacrar a la mujer.”
Hoy está demostrando los beneficios del diagnóstico temprano del cáncer. “En nuestro instituto, operamos un 30% de tumores no palpables -afirma-. Hemos estudiado 1258 pacientes a lo largo de ocho años y, recientemente, publicamos los resultados en The Oncologist : solamente el 1% de esas mujeres murió al cabo de ese lapso. ¿Esto qué significa? Que si el tumor se detecta cuando no es palpable, con mamografía, resonancia magnética o ultrasonografía, es posible curarlo en el 99% de los casos. Por eso, hay que concientizar cada vez más a las mujeres para que se controlen: a partir de los 30 años, con una ecografía anual; a los 40, agregar una mamografía anual, y, en caso de haber factores predisponibles personales o familiares, iniciarlos a los 20 años con ecografía anual y resonancia magnética cada cinco años, más tests genéticos.”
El futuro promete nuevos tratamientos mínimamente invasivos: un ultrasonido de alta intensidad que puede destruir tumores pequeños; una terapia de protones que descarga su energía puntualmente en el tumor; moléculas capaces de limitar la radiación antitumoral a una zona determinada, sin diseminarse más. O prevención farmacológica, de la mano de ciertas drogas (por ejemplo, el tamoxifeno, un antiestrógeno, para mujeres posmenopáusicas, y un derivado de la vitamina A, el fenretinide, en mujeres más jóvenes), que demostraron reducir la incidencia de tumores en varios estudios.
Y el gran sueño -por qué no, otra revolución- de la mano de las células madre tumorales. “En el corazón de cada tumor -dice Veronesi-, se han descubierto células madre que crean nuevas células tumorales y que son resistentes tanto a la radio como a la quimioterapia: por eso al cabo de un tiempo el tumor puede volver a aparecer. Ahora, el objetivo es estudiar marcadores de esas células madre cancerígenas, algo que nuestro grupo ya está haciendo. Si encontramos un fármaco que ataque únicamente esos blancos, el problema del cáncer estaría resuelto.”