Gabrielle y Teresina, una pareja de inmigrantes italianos en Nueva York, recibieron el nacimiento de su hijo el 17 de enero de 1899.
Al niño lo bautizaron Alphonse Gabriel, llevó el apellido de su padre –Capone- y muy pronto achicaría sus nombres para ser conocido mundialmente.

Al Capone.

A los 14 años inició su carrera en el delito, bajo la influencia del gangster Johny Torrio, que era tan malo que tenía tres apodos: algunos lo llamaban el Papa Johny, otros, el Zorro y otros, el Inmune.

Allí se inició en las bandas callejeras y “el Zorro” lo metió en la “Five Points Gang”, la banda de maleantes más peligrosa de todas, liderada por un boxeador llamado Paulo Vaccarelli, pero conocido como Paul Kelly.

El joven Capone empezó de abajo pasando a buscar el dinero por las casas de las apuestas ilegales, pero como tenía una gran facilidad para las cuentas, fue creciendo.
Y fue avizorando nuevos horizontes, por ejemplo, el del negocio de la prostitución. Lo quisieron cuidar, pero el joven se hizo fanático de los burdeles.

En 1920, Capone era el guardaespaldas de un capo mafia llamado Frankie Yale, un calabrés que regenteaba un bar de mala muerte en el sur de Brooklin. 
Una noche, visitó el lugar otro peso pesado de la mafia, Frank Galuccio. Entró junto a dos mujeres hermosas. Y Al no tuvo una mejor idea que decirle un piropo subido de tono a una de las mujeres. Con tanta mala fortuna que esa bella joven era la hermana de Galuccio.
Y para peor, Galuccio lo escuchó. 

De inmediato arremetió contra el joven regordete al grito de “pedíle disculpas a mi hermana”. Y Capone, sonriendo, respondió: “Tranquilo colega, que estoy bromeando”.
Galuccio lo atacó con golpes de puño y como Capone respondió, metió la mano en el bolsillo y sacó una pequeña navaja para cortarle el cuello al maleducado. 

La reyerta finalizó con un corte en la cara de Capone que le demandó 30 puntos de sutura.
Él maquillaría la historia diciendo que el corte en su cara había sido producto de su participación en la primera guerra mundial. Incluso llegó a decir que un barbero lo había lastimado mientras lo afeitaba. 

De lo que no pudo escapar fue del apodo. A partir de allí lo empezaron a llamar Scarface, caracortada. Mayormente se lo llamaba así a sus espaldas, todavía a nadie le daba el cuero para decírselo en la cara. 

Como la situación en Brooklin empezó a complicarse decidió mudarse a Chicago. Y allí alcanzaría su esplendor delictivo.

LA MASACRE DE SAN VALENTÍN

El 14 de febrero de 1929, Capone quiso quedarse con todo el poder del hampa en Chicago.
Mandó a cinco hombres disfrazados de policías para que ingresaran por el garaje a una empresa que funcionaba como una tapadera de negocios turbios de su rival, otro bandido de cartel llamado Bugs Morán.
Sus hombres obligaron a siete secuaces de Morán a ponerse contra una pared y vaciaron sus ametralladoras sobre ellos.

Al Capone, del otro lado de la ley


Como casi todos los episodios de la mafia, nunca pudo comprobarse la autoría de Capone en esta matanza. Su coartada funcionó a la perfección.
Y, además, ese hecho significó la caída en desgracia de los principales cabecillas de la banda rival, con el propio Morán al frente.

Y había más.
Capone, o Scarface, en una movida audaz e insólita, creó el Sindicato del Crimen.
Así como suena. Muchos famosos capos se afiliaron: Frank Nitti, Louis Campagna, Guido Cicerone, etc, etc.

Al Capone se convirtió en el amo y señor de los negocios del crimen organizado, pero empezó a sufrir por ambiciones exacerbadas puertas para adentro.
Capone se enteró de una especie de golpe de estado en su organización. 
Joseph Giunta, el sapo Bailón, se unió a otro gangster llamado Joe Aiello para terminar con el poder de Scarface. Otros dos miembros se involucraron: John Scalise y Albert Anselmi.

Giunta, Scalise y Anselmi fueron invitados a cenar a la lujosa mansión de Capone.
Cuando llegaron a los postres, el guardaespaldas personal del mandamás, Frank el escurridizo y sus matones, ataron a los traidores y el propio Capone, bate de béisbol en mano, les ofreció el postre.
Los cuerpos aparecieron sin vida al otro día en el Douglas Park de Chicago.

Todo funcionaba de maravillas, pero un cambio en la legislación echaría todo ese poder por la borda.
Los jueces pensaron que lo que enriquecía a los mafiosos era la evasión de impuestos. Los tipos se llenaban los bolsillos con el juego clandestino, la prostitución y la venta ilegal de alcohol. Eran tiempos de la ley seca. 

Con la llegada de esta ley quedó prohibida la manufactura, la venta, el transporte, la importación y exportación de licores intoxicantes para ser usados como bebida en los Estados Unidos. Entró en vigencia el 16 de enero de 1920 y fue derogada el 5 de diciembre de 1933. 
Esta prohibición fue uno de los motivos principales para el crecimiento y desarrollo de las bandas delictivas que hicieron del negocio del alcohol ilegal su modo de vida.

Capone siempre hacía sus negocios con nombres falsos y no había registros que lo relacionaran con sus ganancias, pero las nuevas leyes promulgadas en 1927 permitieron al gobierno federal perseguirlo por evasión de impuestos.

Comenzó también una persecución a cargo de un agente de la “Agencia de Prohibición” llamado Eliot Ness junto a sus incorruptibles agentes, ”Los Intocables”.

Ness y los Intocables
Ness y los Intocables

En 1928, escapando de la persecución del gobierno y de sus enemigos, Capone se trasladó con su familia a Miami.
Pero el héroe en esta historia fue Frank Wilson, un investigador del Departamento del Tesoro, que descubrió recibos que ligaban a Capone con ingresos derivados del juego ilegal, la evasión de impuestos y la utilización de testaferros para enmascarar su riqueza.

También cooperó mucho la traición de Edward O’Hare, un abogado que asesoraba a Capone en algunos negocios y que actuando como agente encubierto ayudó a descifrar la contabilidad del mafioso. 
Capone juró venganza. Y la cumplió. Lo hizo asesinar en el año 39.

En 1931, Capone fue detenido y enviado a una prisión de Atlanta, pero desde allí seguía manejando sus negocios como si nada hubiera pasado.
Decidieron trasladarlo a la famosísima Alcatraz, en 1934.
La prisión federal de Alcatraz, ubicada en una isla frente a la costa de San Francisco, estuvo en actividad desde 1934 hasta 1963. Pasaron por allí 1576 criminales, los más peligrosos de América.

Allí empezó la destrucción. Se deterioró su salud y su economía.
Comenzó a mostrar signos de demencia, probablemente a causa de una sífilis sin tratar porque tenía miedo a las inyecciones. 
Pasó gran parte de sus últimos años de reclusión en el hospital de la prisión y finalmente fue liberado por motivos de salud el 16 de noviembre de 1939: no podía caminar, decía incongruencias y ya no manejaba su cuerpo. 

Arruinado, físicamente débil y con la mente deteriorada, se retiró a una modesta propiedad de Palm Island, en Miami, donde se recluyó con su esposa Mae Coughlin, con quien había tenido a su único hijo Albert. 

El 21 de enero de 1947, sufrió un derrame cerebral, y murió cuatro días después de neumonía.
Tenía 48 años.