Cruce de los andes 2011: día 1, llegando a San Juan
Por Esteban Jacyna / Nos preparamos para revivir a lomo de mula la misma huella que San Martín usó al atravesar la cordillera, hace 194 años al frente del ejército libertador. El desafío de las alturas en uno de los puntos más escarpados de la geografía sanjuanina.
(Por Esteban Jacyna) Rara sensación ir dejando el llano. El vuelo desde la Buenos Aires tumultuosa y el aeroparque bullanguero va quedando atrás. De a poco el serpentear del Paraná y su laberinto del delta se aleja en el horizonte. Una hora larga para ir descubriendo de a poco el capricho de las serranías arrugando el verde pampeano. Los ocres, terracotas y amarillos van ocupando ese lugar. El avión sigue su vuelo de crucero en los 10 mil metros, pero la tierra se nos va acercando de a poco. Intuyo Córdoba y San Luis. La geografía cruje en quebradas y arroyos secos. La simetría de alguna ruta nos recuerda nuestra presencia soberbia aunque desde la altura la dimensión humana sigue pareciendo insignificante.
El suelo se nos sigue acercando y la contundencia de las montañas precordilleranas empieza a interponerse con un horizonte que para entonces era una monótona línea enmarcada por la ventanilla de mi asiento.
Moles de roca pura. Sus picos se elevan casi hasta emparejar nuestra altitud y el avión, por eso, debe dar un rodeo.
Empezamos a bajar. La ciudad de San Juan brota entre los verdes del valle. Pero vuelvo la mirada hacia esas cumbres; calculo su altura. Rozarán los 5000 metros. Entonces recobra su dimensión una gesta humana que hace 194 años las desafió. Desde el microclima presurizado de mi asiento, con la modernidad a mi alcance, vuelvo a admirar, como frente a un lejano texto escolar, la audacia de un hombre que se llamó José de San Martín.
A intentar revivir parte de su camino hemos venido.
Pie en tierra nos dan la bienvenida al aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento. Llegamos a San Juan.
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