Denuncian un descontrol en la morgue de La Plata
Surge de un informe elaborado por la Gendarmería a pedido del juez Arias, quien determinó que hubo 89 muertos en la inundación.
Las conclusiones preliminares de un informe elaborado por la Gendarmería a pedido del juez Luis Arias -que investiga cuántas personas murieron en la inundación de La Plata el 2 de abril del año pasado- indican que en la morgue de esa ciudad el descontrol era absoluto. La Nación publica hoy que la investigación judicial muestra múltiples irregularidades en la morgue: desde restos de perros que compartían espacio con fetos putrefactos, hasta cuerpos sin nombre que yacían con los nombres de otros ya enterrados. La semana pasada, el juez Arias determinó que producto de la inundación murieron 89 personas. El último dato oficial del gobierno bonaerense decía que eran 51.
Entre los casos que analiza el juez está el de una mujer, de nombre Gabriela, que tuvo que enterrar dos veces a su papá. Según verificó Arias, dos cuerpos salieron con la misma identidad de la morgue policial del cementerio de La Plata. Incluso, el fiscal de turno había ordenado que los dos cadáveres se anotaran en el Registro de las Personas con el mismo nombre y apellido, y este organismo tampoco detectó la irregularidad. Y ambos se enterraron, con el mismo nombre y número de documento, pero con más de 10 meses de diferencia, en el cementerio público de La Plata.
Por eso, Arias ordenó allanar la morgue, y el 28 de febrero un equipo de Gendarmería entró en el cementerio: se llevó computadoras y muestras de ADN de unos 64 cadáveres y revisó todas las instalaciones, lo que registró en actas, filmaciones y fotografías. Junto al abandono material, los gendarmes detectaron indicios del descontrol que podrían explicar cómo se entregaron dos cuerpos en el caso del padre de Gabriela. Encontraron cadáveres sin registro, rótulo, número, etiqueta o indicio alguno de su verdadera identidad, y en avanzado estado de descomposición.
Gabriela le contó al juez que estaba distanciada de su padre y de otros miembros de su familia, que los trámites para su entierro demoraron meses y que cuando al fin se concretó, en noviembre, llamó a su tía para avisarle. Pero la respuesta que recibió la descolocó: lo habían enterrado en enero. El juez Arias determinó que ese primer cuerpo enterrado correspondía al de su padre y que el hombre al que ella enterró meses después llevaba muerto al menos seis años. Aún no se sabe quién es y qué ocurrió con su familia.