El pastor que visita a los asesinos de su hijo y reza con ellos cuenta su lucha interna
"Ellos pidieron hablar conmigo y acepté. Terminamos abrazados y llorando", relató Eduardo Trasante, sobre los dos condenados, que cumplen sus sentencias en el Penal de Rosario.
"Fue una batalla interna", dice con voz firme Eduardo Trasante, padre de Jeremías y Jairo, sus dos hijos, asesinados el 1º de enero de 2012, el primero, y el 2 de febrero pasado, el otro. Esa guerra la libró "en su mente", recuerda, para poder estar cara a cara con los dos acusados de matar a Jeremías.
Él es capellán de una iglesia evangélica en los penales de Rosario. Admite que aquél fue "el desafío más grande" de su vida. "Ellos pidieron hablar conmigo y acepté. Después de varias charlas terminamos abrazados y llorando juntos", dice este hombre, que vive en Villa Moreno, a media cuadra de donde asesinaron a su hijo.
"Dos detenidos por el triple crimen [de Villa Moreno] pidieron hablar conmigo. Estaban alojados en el pabellón A y en el Nº 8 de la Alcaidía Mayor de la Jefatura de Rosario. Luego fueron trasladados a Piñero. Desde la muerte de Jeremías fui a verlos una vez por semana. A mí me interesa la vida. Si el individuo cambia su manera de pensar, modifica su forma de vivir. Nosotros tratamos de llevar la mente del hombre a un renunciamiento y liberación de aquellas cosas que lo llevaron a delinquir y a caer en las adicciones", sentenció en La Mirada Despierta.
"Para mí, fue una batalla interna muy dura. Mis pensamientos iban acompañados de sentimientos. Todo esto chocaba en mi cabeza. Me aparecían imágenes. Me preguntaba: ¿cómo lo hizo? ¿Era él quien portaba la ametralladora? Jeremías fue el único de los tres chicos asesinados que tenía impactos de bala de ametralladora y un tiro en la sien de calibre 9 milímetros. Entonces, hubo dos personas que esgrimieron armas. Se cree que Rodríguez portaba la ametralladora, pero otro joven que estaba con él tenía una pistola. Yo después traté de librar la batalla y de no ir en contra de mis principios y mis ideales. En medio de la amargura y del dolor se cruzaron otras cosas. Pero por suerte cuidé mi corazón. Como dice el dicho: "Los problemas hay que dejarlos en la puerta de tu casa". Así debe ser. La muerte de mis hijos era mi problema. Yo creo en el cambio. A algunas personas les cuesta más, con resultados que les pueden durar toda la vida, y a otras no", razonó Trasante.