Diversas investigaciones han demostrado que el trabajo y el esfuerzo son fundamentales para la felicidad eudaimónica, lo que explica la satisfacción y el orgullo que uno siente al completar una tarea agotadora.

En el otro lado del equilibrio trabajo-vida se encuentra la felicidad hedónica, que se define como la presencia de sentimientos positivos como la alegría y la relativa escasez de sentimientos negativos como la tristeza o la ira.