La increíble historia del primer chimpancé que viajó al espacio y volvió vivo a la Tierra manejando su nave
Enos aprendió a realizar las maniobras de vuelo correctas con un entrenamiento de choques eléctricos que lo castigaba cuando cometía errores. Pero, una vez en el espacio, por cuestiones operativas hubo que cambiar el sistema de choques eléctricos y, pese a recibir descargas eléctricas, ejecutó las maniobras necesarias para volver vivo a la Tierra.
El 29 de noviembre marca el 62° aniversario de un hito crucial en la carrera espacial: el día en que Enos, el primer chimpancé en lograr completar una órbita alrededor de la Tierra, culminó exitosamente su misión.
En 1961, Estados Unidos estaba en desventaja en la carrera espacial, ya que la Unión Soviética había enviado al espacio a Yuri Gagarin, el primer ser humano en completar una órbita terrestre. Esta significativa ventaja fortalecía su posición en la contienda. Para igualar a la Unión Soviética, Estados Unidos necesitaba realizar experimentos que no pusieran en peligro la vida humana. Por ello, la misión Mercury-Atlas 5 fue considerada esencial por la NASA para evaluar si un astronauta podría viajar en la cápsula Mercury.
Enos, el segundo chimpancé lanzado al espacio por la agencia espacial estadounidense, recibió un entrenamiento riguroso en la Universidad de Kentucky y en la base aérea de Holloman. Fue elegido para la misión con solo tres días de antelación, aunque ya había completado un exhaustivo entrenamiento que sumaba un total de 1.250 horas. Finalmente, Enos voló al espacio a bordo del Mercury-Atlas 5 el 29 de noviembre de 1961, completando su primera órbita en 1 hora y 28.5 minutos.
Se le enseñaron las maniobras con un sistema de recompensa-castigo, que lo premiaba por acertar y le aplicaba choques eléctricos cuando se equivocaba. Sin embargo, una vez en el espacio, debieron cambiarle el sistema de estímulos por fallos operacionales dentro de la cápsula Mercury en la que viajaba, y comenzaron a darle choques eléctricos cuando acertaba con sus maniobras. Sin embargo, el astuto simio resistió los choques eléctricos porque sabía que las maniobras eran correctas: así, llegó a ponerse en órbita en torno a la Tierra (que circundó dos veces) y aterrizó vivo.