La invención de la imprenta desató una caza de brujas plurisecular en Europa Central
La aparición del tratado Malleus Maleficarum en 1487, un manual para cazadores de brujas, proporcionó justificación teórica a autoridades y ciudadanos, al tiempo que ofrecía pautas prácticas para llevar a cabo juicios y ejecuciones. Entre 1450 y 1750, aproximadamente 90.000 personas fueron procesadas por brujería en Europa, y la mitad de ellas fueron ejecutadas.
Un estudio publicado en la revista Theory and Society aborda uno de los episodios más oscuros y enigmáticos de la Europa moderna temprana: la gran caza de brujas. Investigadores han identificado que la expansión de las persecuciones entre los siglos XV y XVII estuvo estrechamente relacionada con la difusión de ideas a través de la imprenta y las redes comerciales de la época. Este fenómeno no solo fue resultado de supersticiones populares o rivalidades religiosas, sino también de la propagación de nuevas teorías demonológicas, facilitadas por el avance de la tecnología de impresión.
El equipo de investigación, conformado por Kerice Doten-Snitker, Steven Pfaff y Yuan Hsiao, sostiene que la imprenta desempeñó un papel crucial en la creación de un entorno propicio para la persecución de brujas. La aparición del célebre tratado Malleus Maleficarum en 1487, un manual para cazadores de brujas, proporcionó una justificación teórica a las autoridades y ciudadanos, al tiempo que ofrecía pautas prácticas para llevar a cabo juicios y ejecuciones.
Entre 1450 y 1750, aproximadamente 90,000 personas fueron procesadas por brujería en Europa, resultando en la ejecución de alrededor de 45,000. Este incremento en los juicios, conocido comúnmente como la “locura de las brujas”, ha desconcertado a historiadores durante años. Aunque la creencia en la brujería había existido desde la Edad Media, nunca antes se había observado un aumento tan rápido y extenso en las persecuciones, ni con la misma brutalidad.
El estudio propone que este auge se debió a un proceso de difusión ideacional, donde las nuevas teorías sobre la brujería y la intervención del diablo comenzaron a circular de manera masiva gracias a los tratados impresos y la influencia de las redes comerciales. La imprenta, inventada por Johannes Gutenberg en el siglo XV, permitió que las ideas teológicas sobre la brujería alcanzaran un público mucho más amplio, extendiéndose de círculos eclesiásticos y teológicos a magistrados, jueces y autoridades locales responsables de la aplicación de las leyes.
El Malleus Maleficarum, escrito por el inquisidor Heinrich Kramer y publicado por primera vez en 1487, es uno de los textos clave mencionados en el estudio. Este libro se convirtió rápidamente en el manual de referencia para los cazadores de brujas, combinando explicaciones teológicas con directrices prácticas para enjuiciar a quienes fueran sospechosos de practicar la brujería.
El estudio destaca que la propagación del Malleus Maleficarum y otros textos similares coincidió con un aumento en los juicios por brujería en varias ciudades europeas. Los datos recopilados indican que las ciudades más cercanas a los centros de impresión de estos textos fueron las primeras en adoptar la persecución, y posteriormente esta práctica se fue extendiendo a otras localidades, influenciadas por redes comerciales y contactos entre ciudades.
A través del análisis de 553 ciudades de Europa central entre 1400 y 1679, el equipo de investigación encontró que la adopción de juicios por brujería se intensificaba en aquellas ciudades que tenían mayor acceso a los textos demonológicos impresos y que estaban mejor conectadas a través de rutas comerciales. Muchas de estas ciudades, ubicadas en el Sacro Imperio Romano Germánico, actuaron como centros de difusión de ideas y prácticas relacionadas con la caza de brujas.
El proceso de adopción de estos juicios no solo fue rápido, sino también interdependiente: a medida que una ciudad cercana comenzaba a realizar juicios, otras localidades vecinas, expuestas a los mismos textos y contactos, seguían el mismo camino. Este fenómeno es lo que los investigadores denominan percolación, un proceso gradual de contagio ideológico que llevó a la persecución a extenderse por Europa.
Aunque el estudio se centra en el papel de la difusión ideacional, los autores también reconocen que otros factores, como las tensiones religiosas entre católicos y protestantes y las crisis económicas resultantes de malas cosechas o hambrunas, contribuyeron a crear un ambiente propicio para las persecuciones. Sin embargo, no todas las ciudades siguieron el mismo patrón. Los centros comerciales, como los miembros de la Liga Hanseática, tendían a mantenerse al margen de las cacerías de brujas, en parte debido a la solidez de sus estructuras de gobierno.
El estudio sugiere que este fenómeno es un ejemplo claro de cómo la ideología puede impulsar cambios sociales significativos cuando se combina con nuevas tecnologías de comunicación, como la imprenta. En este sentido, la caza de brujas no solo fue una manifestación de supersticiones medievales, sino también una consecuencia de la creciente cultura del libro y la difusión de ideas en la Europa moderna temprana.