Premio de la Unesco para una investigadora del Conicet
María Fabiana Drincovich recibió el lauro L'Oréal Unesco que distingue a mujeres destacadas por su talento e innovación en el mundo de la ciencia en el Senado de la Nación.
La investigadora rosarina María Fabiana Drincovich es la ganadora de la edición 2013 del premio L’Oréal Unesco que distingue a mujeres que se destacan por su talento, capacidad de trabajo y poder de innovación en el mundo de la ciencia. La ceremonia de entrega del premio, uno de los más prestigiosos a nivel nacional, será en el Senado de la Nación.
Drincovich fue elegida entre 95 postulantes de todo el país por un proyecto que lleva adelante hace ocho años y que tiene como objetivo mejorar la calidad y el aspecto de frutos poscosecha para ganar nuevos mercados mundiales.
Esta es la séptima edición argentina de un galardón que tiene prestigio internacional y que busca hacer más visible el trabajo de científicas que ya cuentan con doctorado y llevan a cabo su trabajo en el país. Consta de un primer premio de 100 mil pesos y dos menciones que son recompensadas con 10 mil pesos cada una. En esta oportunidad la temática del premio fue “Ciencias de la vida”.
La especialista, de 47 años, se enteró de que era la elegida mientras estaba en Italia dando clases en la Universidad de Padua. Hace dos años ya había recibido la primera mención del premio L’Oréal Unesco y asegura que esta vez no se lo esperaba. “Estoy feliz, pero sinceramente no creí que lo iba a ganar. La notificación me llegó en un momento especial porque estaba lejos de mi marido y mis hijos. Desde que los chicos nacieron nunca me había ido tanto tiempo”, relató por Continental.
En Magdalena Tempranísimo, destacó el apoyo “crucial” de su familia, sin la cual “sería casi imposible compatibilizar” sus roles de investigadora, esposa y madre de tres hijos. El jurado, integrado por un grupo de expertos, valoró la investigación de la rosarina que, desde hace años, en colaboración con el Inta San Pedro, trabaja en un proyecto denominado “Herramientas para la obtención de frutos carnosos con calidad organoléptica y nutricional mejorada y mayor vida poscosecha”.
Lo que busca, junto a su equipo de colaboradores, es “lograr que los frutos, particularmente el durazno, lleguen a los consumidores en un mejor estado en cuanto a la calidad nutricional y también visual; una mayor durabilidad permitiría ganar nuevos mercados a los que por ahora no se accede porque no dan los tiempos”, explicó. Para mantener las frutas conservadas se recurre a técnicas de refrigeración que, lamentablemente, suelen dañar el aspecto, pero sobre todo les quitan a las frutas muchos de los beneficios que tienen para la salud.
El durazno, por ejemplo, tiene una vida corta poscosecha (de no más de dos semanas). Para ingresar a mercados del hemisferio norte (que son muy atractivos porque justamente no tienen frutas cuando nosotros si las tenemos) es necesario, como mínimo, duplicar el tiempo en el que la fruta se conserva sin que pierda sus propiedades. “Para conseguirlo recurrimos a técnicas ómicas —entre ellas la metabolómica y la proteómica— con las que identificamos las proteínas, los metabolitos que pueden ayudar a que el fruto mantenga sus condiciones”, mencionó Drincovich.