¿Cómo hizo Vietnam?
Vietnam, con casi 97 millones de habitantes, no ha lamentado muertes por coronavirus desde agosto de 2020 y registra menos de 4.000 casos. Por Jorge Elías.
Vietnam es un caso atípico. Un capítulo aparte. Tiene casi 97 millones de habitantes. Comparte unos 1.400 kilómetros de frontera con China, cuna del coronavirus, con la cual convive en vilo por la disputa, como otros países de la región, por la soberanía del Mar de China Meridional, rico en hidrocarburos. ¿Cuál es la rareza de este país pequeño y superpoblado?
Desde agosto de 2020 cesaron las defunciones por la peste: murieron sólo 37 personas. La curva de contagios quedó estabilizada en menos de 4.000. Son datos oficiales no refutados, sino elogiados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el comienzo de la pandemia, cuando cada país aplicaba su propia fórmula con más expectativas que certezas, el alcalde de Ho Chi Min, antes Saigón, concluyó que disponía de 900 camas de terapia intensiva para cerca de nueve millones de personas. Esa ciudad debe su nombre al precursor de la nación unificada, nacido hace 131 años, el 19 de mayo de 1890.
El primer ministro de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc, proponía: «Combatir la epidemia significa luchar contra el enemigo». Utilizaba una metáfora bélica, tal vez apropiada para el país del sudeste asiático que más guerras ha librado en la segunda mitad del siglo XX.
El confinamiento riguroso pasó a ser el siguiente paso con la identificación y el seguimiento de los contactos estrechos de las personas contagiadas. Ciudades en cuarentena, sin escuelas ni universidades abiertas. Fronteras cerradas, excepto para los residentes.
Más prevención que tecnología, a diferencia de Corea del Sur o Japón, y una vigilancia estricta en las calles de los órganos de seguridad. Medidas que, en principio, resultan más fáciles de aplicar en un régimen comunista de partido único que en otros confines. El COVID-19 no discrimina entre ideologías o gobiernos.
La retórica de la guerra forma parte de la propaganda gubernamental de Vietnam: «¡Cada negocio, cada ciudadano, cada barrio tiene que ser una fortaleza para detener la epidemia!».
Algo así como abrazar una causa común frente a un rival invisible, como también supieron llamarlo varios mandatarios occidentales hasta que entendieron que no se trataba de dar en el blanco, sino de esquivar las balas con normas de conducta adecuadas, como las higiénicas y la distancia social.
¿Cómo campeó el temporal la economía vietnamita con 3.000 empresas en quiebra en el comienzo de la pandemia? Con aportes del gobierno y de voluntarios, y con brindarles prioridad en el consumo a los productos nacionales.
En el tránsito, con las fronteras cerradas y los confinamientos masivos en los pueblos de más de 10.000 habitantes de los alrededores de la capital, Hanói, un empresario de la Ciudad Ho Chi Min creó un cajero automático que dispensaba en forma gratuita mascarillas y un kilo y medio de arroz por persona.
Las máquinas, replicadas por organizaciones benéficas, distribuyeron cinco toneladas de arroz en los dos primeros días. La estrategia de Vietnam, representado en Argentina por el embajador Thanh Duong Quoc desde finales de 2020, coincide con el pragmatismo en las relaciones bilaterales con dos viejos enemigos, China y Estados Unidos.
El lado negativo a los ojos de este lado del planeta: la pérdida de libertades civiles por la intrusión gubernamental, forzando encierros bajo custodia. En una semana, Vamco mató a más personas que el coronavirus. No era un asesino serial, sino el tifón que golpeó al país en noviembre, así como un mes antes las tormentas tropicales Linfa y Nangka. Resultaron ser más letales que la plaga global.
Jorge Elías
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