"Creo que es muy necesario recuperar el cine en las salas"
El guionista y director de Goyo, la película que es sensación en Netflix, revela detalles de la filmación y reflexiona sobre la industria.
Una tarde muy fría en la ciudad de Buenos Aires, de esas que invitan a refugiarse en un barcito, pedir un café con leche con medialunas y observar todo lo que sucede alrededor. Pasan apenas unos minutos y, de lejos, se lo ve llegar a Marcos Carnevale, guionista y director de “Goyo”, la película argentina protagonizada por Nicolás Furtado (Goyo) y Nancy Duplaá (Eva) que es furor en Netflix y se posiciona entre las más vistas en nuestro país.
El elenco de la película se completa con Soledad Villamil (Saula), Pablo Rago (Matute), y Cecilia Roth (Magda), entre los personajes principales. Se trata de una historia acerca un hombre con “síndrome de Asperger” llamado Gregorio “Goyo” Villanueva, quien trabaja como guía del Museo de Bellas Artes en Buenos Aires, pero su rutina cambia cuando llega Eva Montero, la nueva guardia de seguridad y ambos se enamoran.
En tiempos en los que el cine argentino no está precisamente pasando un buen momento, Carnevale agradece los elogios recibidos por parte del público y la crítica porque la película es maravillosa. El guión, los actores, la dirección, la fotografía, cada una de las escenas y una en particular de la que seguramente el director dará detalles a lo largo de la entrevista.
-Apenas terminé de ver la película, rápidamente la asocié con “Anita”, otro de tus films donde la joven con Síndrome de Down siente que su vida cambia para siempre cuando se produce el atentado a la AMIA. ¿Qué similitudes hay entre Goyo y Anita?
-Yo creo que Goyo es la continuación de una serie de interrogantes que surgieron cuando apareció la idea de hacer Anita. Si bien Anita tiene Síndrome de Down y la condición de Goyo pertenece al espectro del autismo, ambos tienen una mirada muy sana, muy objetiva y muy limpia de todo prejuicio y preconcepto, a diferencia de los neurotípicos que estamos con una carga de prejuicios, de preconceptos de juicios, de opiniones. En el caso de Anita, que fue sobre el atentado de la AMIA, no entendía por qué alguien había puesto una bomba en un lugar y había matado a tanta gente. Es algo que a lo largo de la película yo le preguntaba al espectador y me preguntaba a mí mismo, si yo lo entendía o si el espectador que pertenece al mundo del neurotípico, lo podía comprender y en realidad tampoco lo comprende. Pasa que nosotros tenemos naturalizada la violencia, la guerra, la agresión, el que un hombre pueda matar a otro hombre. Es decir, son cosas inconcebibles, pero aun así comemos mirando noticieros con noticias horrorosas como la guerra. Entonces, creo que Goyo los que nos viene a plantear acá es un mundo sin preconceptos, sin prejuicios porque él se enamora de una mujer y no le importa que sea mayor que él, no le importa que pertenezca a otra clase social, no le importa que no tenga el nivel intelectual que él tiene… no le importa nada. Él simplemente se enamora de una mujer y, en Eva, estamos todos los demás que sí nos importa eso. De hecho, ella le pregunta si no le importa que sea más grande que él y no sepa todo lo que él sabe. Goyo viene a proponernos una utopía. Nos viene a proponer una vida ideal, una vida como yo creo que debería ser, tolerante, donde todos sin excepción, somos imperfectos y nos deberíamos amar así. Sería todo mucho más fácil.
-Todos los personajes que abordás generan empatía en el espectador, dan ganas de abrazarlos y emocionan. ¿Por qué hay personas a las que les cuesta generar vínculos con ellos? ¿A qué tienen miedo?
-Desde siempre a la gente la asusta el distinto, primero porque no lo entiende y segundo, porque la generalidad y la manada protegen. Cuando uno pertenece a la generalidad y a la manada pasa desapercibido y por eso tendemos a usar el mismo corte de pelo, el mismo pantalón… tratamos de pertenecer a la generalidad. Cuando uno decide ser distinto, o es distinto sin haberlo decidido, lo que decide es mostrarlo y se tiene que bancar no pertenecer a la mayoría. Entonces, ahí se convierte en el patito feo, sufre, se queda solo y también asusta, porque aun cuando haya otros en la manada que quieran estar con vos de igual a igual, van a evitar hacerlo por temor a ser otro patito feo sin ser señalados. Es algo de la condición humana, no sé si es achacable o si es para echar culpas; tiene que ver con la propia evolución de cada uno como seres humanos.
-¿Cuándo aparece la idea de un personaje con “Síndrome de Asperger”? ¿Pensaste en otro rango etáreo durante el proceso creativo?
Sí, Goyo tuvo muchas edades, primero fue un hombre de 50 años, después de 40 y terminó siendo uno de 30. Me pareció interesante la idea de que se enamorara de una mujer más grande que él, con lo cual eso también hizo que fuera bajando en edad del personaje, al mismo tiempo que me parecía interesante que fuera maternado por una hermana y no que estuviera su madre presente. También me interesaba que su madre no fuera tan mayor (N.de la R: Cecilia Roth). Entonces calzó bien la edad de los 30 y a partir de ahí apareció Nico Furtado y ya tomó forma Goyo como lo conocemos hoy, pero básicamente por esa razón.
-¿Pensaste en otros actores antes de elegir a Nico y a Nancy?
-Al pensar en un personaje del que al principio no tenía definida la edad, pasaron varios actores distintos por mi cabeza. La primera Eva (Duplaá) que se me ocurrió no era una Eva de esa condición social ni vivía en Parque Patricios. La había pensado de San Isidro y tampoco era guardia de seguridad del museo. Al principio, se perfilaba como una profesora de Historia del Arte; es decir que, el nivel sociocultural y económico era bien distinto y una vez que llegué a ese Goyo pensé en Nancy Duplaá porque hacía mucho tiempo quería trabajar con ella. Creo que ella tenía todos los recursos como para interpretar a la Eva que yo necesitaba, además de que es una actriz tremenda, divina y profunda y entendió y tenía clarísimo el mundo que yo quería contar. A Nico no lo conocía, pero había visto sus trabajos y me interesó mucho la fibra que tiene como actor. Y en esta peli, necesitaba un actor virtuoso y talentoso que pudiera armar un Goyo creíble. Yo buscaba un actor que no fuera artificial, pretendía un Goyo real y Nico tiene esa capacidad, por eso no dudé. Yo lo intuía así, metiéndose en los en los personajes, bucear esas zonas que tienen los muy buenos actores y encontrar ese Asperger que yo estaba buscando. Por suerte, no me equivoqué y enseguida empatizamos y fue un compañero enorme en el set de filmación y en postproducción, además de muy pendiente, disciplinado y enfocado en lo que había que hacer.
-¿Con qué personas e Instituciones te conectaste para investigar acerca del “Síndrome de Asperger”?
-Primero recurrí a la gente conocida, que me había ayudado ya en el 2009 cuando hice Anita, personas de la Fundación DISCAR (organización que trabaja por la inclusión de las personas con discapacidad intelectual en todos los ámbitos de la sociedad) y con Victoria y Denise Chocrón. Ellos me ayudaron muchísimo en la primera etapa, me orientaron y me asesoraron acerca de esa condición. Luego, con el guión ya escrito, me puse en contacto con la Liga Asperger 7, la gente de Panacea.
-La película tiene escenas conmovedoras que te hacen reflexionar, pero voy a una en particular que sacude al espectador. ¿Cómo fue filmar la escena del subte, donde el personaje principal entra en desesperación al borde de un ataque de pánico?
-La escena del subte fue quizás la que nos presentó el mayor desafío, tanto a Nico como a mí, como director. Fue muy compleja, no sólo en términos operativos, a nivel términos porque se filmó en tres noches y en distintos subtes, estaciones y vagones, sino en la construcción narrativa de la escena. Había que construir un ataque de pánico y yo quería lograrlo desde lo interno y no desde lo externo. Si bien uno lo ve desde afuera, está contada desde la asfixia, que produce toda la sensación de un ataque de pánico que, para quien no ha sufrido alguna vez, verá que hay muchos elementos que le son fieles. Yo los he tenido alguna vez y sentís que aparecen hasta sonidos que son internos inexistentes y acá están recreados como sucede en la vida real.
-¿Estás filmando otra película?
-Acabo de terminar de filmar “Corazón delator”, con Benjamín Vicuña y Julieta Díaz, y no puedo adelantar demasiada data, pero es un drama romántico y muy hermoso también.
-¿Creés posible la recuperación del cine en las salas?
-Yo creo que no hay que hablar de posibles, sino de necesarios. Yo creo que es muy necesario recuperar el cine en las salas. Tenemos que volver al negocio como lo fue siempre. Primero cine, después plataformas, adaptándonos a las nuevas eras con las plataformas apoyándonos, comprando nuestros productos. Pero no siempre las plataformas van a poder comprar todas las películas, con lo cual necesitamos de las salas y del INCAA, de los subsidios y de los créditos, es decir, de las ayudas para que, tanto el cine comercial como el independiente, el documental, el de ópera prima, todos tengan sus posibilidades. Es muy necesario para todos.
-¿Cómo son tus procesos de escritura?
-No sé si te voy a poder precisar bien esta respuesta, Ale. No sé bien cómo surgen las ideas, aparecen de a poquito como una pequeña semilla que está ahí. A veces, veo que tiene una lucecita que late y visualizo que tiene un potencial para convertirse en algo y por lo general no sucede inmediatamente. Es una semillita que voy, la dejo ahí sembradita, le voy echando agua de vez en cuando, hago más el mundo del jugar donde la cuento y voy viendo qué le pasa al otro con ese relato. Y mientras la cuento, la voy modificando. Así, a paso lento, me voy dando cuenta de lo que funciona y lo que no y mi cabeza va disparando cosas que aparecen espontáneamente. No me pongo a pensar exactamente cómo debería ser la historia, sino que, al contarla, va apareciendo y un día me siento y la escribo. El proceso es medio mágico y pertenece a un mundo que no se puede racionalizar mucho, al menos en mi caso.
-¿Qué tipo de series consumís en las plataformas digitales?
-Consumo todo tipo de material, excepto el infanto-juvenil, porque no me resulta empático para mis intereses. Por lo general, consumo todos los géneros de las temáticas que me interesan, incluyendo directores, actores y actrices. Creo tener todas las plataformas: europeas, americanas y latinas. Veo mucho cine que aquí no llega, como el cine escandinavo o asiático, porque me gustan las distintas formas de concebir la realidad, de crear los guiones; varían bastante las formas narrativas y eso es interesante.
-¿Hubo alguna historia que hayas intentado filmar y por alguna razón no pudo ser?
-He filmado casi todo lo que quise hasta acá, excepto una historia por la que siempre sentí que no estaba a la altura de filmarla y he retomado esa escritura. Tiene que ver con una historia muy personal, que me atrae desde que yo era muy jovencito, pero ya te digo, no me sentía a la altura de poder escribirla. Ahora me atrevo porque tengo mucha más experiencia y quizás me vaya animando a concretarla.
-¿En qué cambió la dinámica de filmación respecto de los guiones actuales? ¿Qué es un turning point para quienes no somos del palo?
-Los guiones siguen siendo igual y las estructuras siguen siendo las mismas; sí ha cambiado un poco el ritmo, de pronto antes se contaba con más transiciones, con mayor desarrollo y hoy los cerebros están un poco más acelerados y la capacidad de comprensión está mucho más entrenada. Todo cambió por la tecnología, las redes, los celulares, la velocidad en que estamos viendo el mundo. Yo veo cosas que hice hace 20 años y me parecen lentas, o veo películas que me encantaban los 80 y también me parecen lentas. Vamos acompañando las épocas. El turning point es el punto de giro, en general las películas tienen dos turning points, uno como toda estructura dramática tiene tres actos, un principio, un medio y un final, y la llavecita que abre un acto. Es un suceso, es una revelación es algo que hace que la trama gire hacia algún lado. El segundo turning point generalmente en una comedia romántica, es cuando la pareja se separa y pensamos que no se van a volver a juntar y son esos 10 minutos fatales de la película que hace que al final termine todo bien, pero hay algo que lo separa y, es ahí, aunque hay muchos ejemplos.
-¿Con quién te sentarías a tomar un café en la mesa de un bar y conversarías sin tiempo? ¿De qué hablarían?
-Creo que el gran café que no me he tomado y con el que charlaría horas y horas sin parar, sería con Federico Fellini, con quien logré escribirme cartas, pero nunca sentarme a tomar el café porque no se dio. Siempre admiré su trabajo, su libertad creativa, pese a que hacemos cine completamente distinto, pero su cabeza siempre me alucinó, un monstruo, un Dios. Fue una guía y una gran inspiración para mí. De hecho, “Elsa y Fred” es un homenaje a la Dolce Vita, su gran película de los años 50 y me posibilitó tener uno de los pilares más grandes de mi filmografía. Con Federico Fellini me tomaría un café largo.