¿En qué manos queda Afganistán?
Termina la guerra más larga de Estados Unidos, la de Afganistán, con el retiro de las tropas y un sinfín de dudas sobre el poderío talibán. Por Jorge Elías.
Desde la ejecución de Osama bin Laden en su madriguera de Pakistán, en 2011, tanto el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como su sucesor, Donald Trump, barajaron la posibilidad de poner punto final a la guerra más larga de la historia de su país.
La declarada en 2001 por George W. Bush contra el régimen talibán en Afganistán, vecino de Pakistán, en represalia por la voladura de las Torres Gemelas. Veinte años después del comienzo, Joe Biden ha decidido el retiro de las últimas tropas norteamericanas antes de una fecha simbólica, el 11 de septiembre.
El contingente, de 100.000 efectivos cuando Obama asumió la presidencia, ronda entre 2.500 y 3.000 en la actualidad. La guerra en sí, un escudo ante la amenaza de atentados en Estados Unidos, perdió interés entre los norteamericanos, enfocados en la crisis sanitaria, puertas adentro, y en la recomposición de la imagen nacional ante los desafíos de China y Rusia, puertas afuera.
Un eventual resurgimiento de Al-Qaeda, engendro terrorista con sello talibán y firma de Bin Laden, figura entre las hipótesis de conflicto, pero no está al tope de la agenda. Con las tropas de Estados Unidos parten las de la OTAN. En total, unos 10.000 soldados.
¿Quién ganó la guerra? El tiempo. Las tropas norteamericanas invirtieron más tiempo en Afganistán que en las dos guerras mundiales y en la de Vietnam. Ni la coalición pudo con los talibanes ni los talibanes pudieron con la coalición. Las bajas civiles y militares treparon un 29 por ciento en 2021, según la ONU.
La banda fundamentalista, formada por mujahidines (combatientes) que se habían resistido a la ocupación soviética entre 1979 y 1989 con el apoyo económico y militar de Estados Unidos, no representa sólo un peligro para ese país, sino, principalmente, para las mujeres, temerosas de ser sometidas a la sharia (ley islámica).
¿En qué manos queda Afganistán? En las de los talibanes, dispuestos a regresar al poder por las malas o, en virtud de las negociaciones de paz en Qatar en las cuales Estados Unidos se comprometió a retirar sus tropas el 1 de mayo, por las buenas.
No pocos preludian de todos modos una guerra civil al estilo de la siria, con territorios bajo dominio gubernamental y una quinta parte en disputa con el régimen talibán, nido de Al-Qaeda.
De Al-Qaeda, fundada por veteranos del ala anticomunista, se desprendió en junio de 2014 el grupo sunita Daesh, ISIS o Estado Islámico, que también reclama lo suyo. No faltan tensiones en el gobierno de Afganistán.
El presidente del Consejo Supremo de Reconciliación Nacional, Ashraf Ghani, y su rival en las elecciones de mayo de 2020, Abdullah Abdullah, se vieron obligados a firmar un pacto de no agresión al estilo israelí. Ambos se declararon ganadores.
A los ojos de los talibanes, Estados Unidos no cumplió su promesa de retirar las tropas durante el gobierno de Trump, razón por la cual no acudirán a la conferencia de paz en Estambul. Se trata de una iniciativa de Turquía, Qatar y la ONU para ordenar el revoltijo afgano.
El compromiso del régimen talibán con Trump, rubricado en febrero de 2020, era evitar que Al-Qaeda retomara el poder, perdido en 2001. Lo había ejercido desde 1996 con la coronación del mulá Mohamed Omar, amir al-mu’minin (comandante de los fieles). Un compromiso enclenque.
Ni la CIA sabe quién maneja a quién en una región inestable, la de Asia Central. Pakistán e India, enfrentados entre sí, al igual que India y China, poseen armas nucleares y procuran repeler a sus propias insurgencias. El Grupo de Estudio de Afganistán, constituido por el Congreso de Estados Unidos, advirtió a comienzos de 2021: «Un retiro precipitado podría conducir a una reconstitución de la amenaza terrorista en un plazo de 18 meses a tres años».
Afganistán se ganó un mote. El de cementerio de imperios por haber humillado a sus eventuales conquistadores: los británicos en el siglo XIX, los soviéticos en el XX y, quizá, los norteamericanos y compañía en el siglo XXI. Queda ahora a merced de los talibanes. O peor aún: de sí mismo.
Jorge Elías
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