"Es momento de ser feliz y empezar a vivir de otra manera"
El actor que está por estrenar "Rolando", una obra fuerte, que interpela al espectador. Se presentará a partir del 31 de julio, en el Chacarerean.
En el barrio de La Boca, donde vive desde hace 25 años, y en el teatro, Roly Serrano confiesa haber encontrado sus lugares de pertenencia. Por estos días repite la letra del unipersonal “Rolando” una y mil veces, alternando momentos de reflexión con la comicidad más irresistible e invita a Alejandra Canosa a ver un ensayo para luego hacer una pausa y sentarse a conversar en la mesa de un bar.
“Rolando” indaga el mundo de un hombre apoltronado en una silla de ruedas, interpela al público y hace lo propio con él mismo, acerca de su vulnerabilidad como ser humano, cuando se ve surcado y sitiado en su integridad y dignidad. “La dramaturgia y la dirección están a cargo de Alfredo Megna, estrenamos el 31 de julio y vamos a estar todos los lunes, a las 20, en el Chacarerean del barrio de Palermo”, promociona de manera informal, Serrano.
-Venís de hacer temporada en Mar del Plata con la obra “Más que amigos”, de Daniel Dátola.
-Sí, y después me fui a filmar una película en Entre Ríos, con Osvaldo Laport, y apenas llegué a Buenos Aires filmé algunas escenas pendientes de “Matando al Jockey”, el nuevo film de Luis Ortega. También grabé algunos podcasts para “Escribiendo el fin del mundo”, una miniserie creada por Marta Betoldi, y como si fuera poco surgió la posibilidad de conducir los unitarios de Canal Encuentro, los viernes a las 20.
-¿Es cierto que después de toda esa seguidilla de trabajos te quedaste sin un peso?
-¡Fue Increíble! Un día me doy cuenta que me habían hackeado las cuentas del banco y todo lo que había ahorrado para arreglar mi casa, cambiar el auto, ocuparme de mi salud, se esfumó. No me quedó nada y el banco no se hizo cargo tampoco.
¿Imagino que habrás entrado en shock?
-Me quebré y quedé en shock pero al mismo tiempo me pregunté para qué quería ese dinero en una cuenta. Algo parecido me había sucedido en la pandemia cuando habitando la casa me daba cuenta de que tenía montones de cosas que no necesitaba. Ofrecí y regalé de todo a mis amigos, familia y compañeros de trabajo y empecé a pensar muy en serio en mí. Cuando tengo esos ataques emocionales muy fuertes me repercuten en la salud, empiezo a comer de más, me agarra ansiedad, engordo mucho. Yo siempre viví con mucha felicidad meterme en la piel de personajes completamente diferentes y los disfrutaba porque me alejaban completamente de mí y evitaba hacerme cargo, no sufrir.
A Roly le cuesta desplazarse con comodidad. Por eso, se ayuda con un bastón y en la obra y así lo marca el texto, el personaje está en silla de ruedas. Se acomoda en una de las butacas y cuenta cómo se fue gestando el proyecto.
-Mirá, justo coincidió el encuentro con Alfredo, el director de la obra, quien también está atravesando un problema delicado de salud, sólo que en mi caso se solucionaría cerrando la boca. Ahí reflexioné, me empezaron a caer las fichas y llegué a la conclusión de que siempre había priorizado mi trabajo por sobre mi salud, que había dejado de vivir un montón de cosas y ahora me están empezando a pesar.
-¿Sentiste que este proyecto te da la posibilidad de hacer catarsis y sanar?
-Sí, absolutamente. Sentí que contar en el escenario lo que me estaba pasando era la combinación perfecta para sanar y tomar conciencia. Necesitaba contar mi historia, compartir con el público las cosas que tengo que duelar y seguramente alguien se va a sentir identificado.
-La salud es un tema serio y vos lo sabés muy bien ¿Pediste ayuda?
-Inmediatamente. Fui a la Clínica Cormillot y como de costumbre dije “help”. Siempre me reciben con los brazos abiertos, me ofrecen toda la ayuda que necesito. A partir de ahí arranqué con el tratamiento y a hacerme cargo de todas mis dificultades y mis limitaciones. Una vez un psicólogo me dijo: te quiere todo el mundo, pero vos no te queres.
-Cuando falleció tu mujer tuviste el pico más alto de sobrepeso, ¿no?
-Sí, fue tremendo. Justo el otro día fui a hacer la cremación y llevé las cenizas a La Plata. Por eso, hoy siento que hay que cerrar etapas, dejar de ser el viudo y transformar en felicidad lo que he vivido con esa mujer y ver la posibilidad de encontrar una nueva felicidad. Yo viví una hermosa historia de amor y no estoy dispuesto a vivir menos. Yo he vivido así toda mi vida, una pérdida tras otra, nunca una familia, nunca nada y quizás por eso acumulaba cosas materiales de las que como te conté me despojé y es momento de ser feliz y empezar a vivir de otra manera.
A Roly le encanta escuchar música cuando va en su auto. “Escucho de todo, paso de Bach a la Mona Giménez”, describe. Arranca las mañanas tomando unos mates en compañía de su gato Angueto, que si bien le rompe todo, “me cambió la vida, se apoya en mi hombro y me desarma”, reconoce.
-Disfruto mucho del ocio, de no hacer nada, a veces cocino pero tengo un vecino que me prepara viandas y eso me salva.
-Hiciste una obra que se llamó “Rotos de amor” ¿Sufriste mucho por amor?
-Yo sufrí la pérdida del amor. En la vida, las pérdidas me impedían las ganancias. Fui un niño solo, vivía en la calle y para protegerme y ser resiliente tenía que armarme una coraza porque no entraba cariño por ningún lado. Todo lo que me generaba un compromiso emocional, lo descartaba y así viví hasta los cuarenta años. Ahí conocí a Claudia, la mamá de Dante, quien fue mi mujer durante veinte años y no sé por qué razón, sin mediar palabra, le entregué el 08 firmado a la media hora, le di la llave de mi casa y le dije “hacé de mí lo que quieras”. Nunca me había pasado. Siempre fui un hombre muy respetuoso y afectuoso con otras parejas, pero el amor de verdad lo sentí con Claudia. El afecto por mi mujer me impedía hacerle daño, nunca le fui infiel, no sentí esa necesidad, no le encontré razón.
-¿Te afecta lo que ves en la sociedad?
-Sí, me afecta mucho la indiferencia, la insensibilidad, la falta de empatía, quizás mi gato recibe más cariño que lo que le falta a mucha gente. En pandemia los héroes eran los enfermeros y los médicos, pero si alguno de ellos vivía en tu edificio nadie los dejaba pasar por miedo al contagio.
-¿Qué análisis hacés de la televisión actual?
-Es desastroso lo que está pasando, miré la entrega de los Martín Fierro y me pareció atroz. Recuerdo las épocas en las que las ternas estaban formadas por actores. Y al no haber ficción nacional, es peor todavía. Me dio mucha pena que un reality como Gran Hermano se llevara el Oro, un programa que es una caja llena de cobayos. No estoy en contra de esos pibes que intentan sobrevivir en un mundo que les ofrece y les vende eso como si les garantizara el éxito. Lamentablemente hay programas de la tele incluso en reportajes serios donde no permiten que alguien pueda terminar una idea y me da lástima pensar que sólo se mida el rating en algunos lugares dejando afuera de las mediciones el interior del país.
-¿Tenés un deseo para la Argentina en tiempos de elecciones?
-Pido lucidez y que la gente no se conforme, que busquen algo nuevo, algo mejor.
-¿Con quién te gustaría compartir una charla sentado a la mesita de un bar de Buenos Aires?
-Uyyy, me emociono de solo pensarlo. Me gustaría compartir una charla más con el Negro (Roberto) Fontanarrosa. Él tenía una filosofía de vida tan hermosa que transformaba lo difícil en simple. El Negro tenía eso. Siempre que charlaba con él sentía que pensaba lo mismo pero él lo decía distinto, simple, con su filosofía pura.