"La radio es mi casa y la tele es como una fiesta a la que te invitan"
Conductor, actor, humorista, autor y, ahora, escritor, reflexiona sobre haber cumplido 50 años, acerca de la relación con el trabajo, y respecto de los vínculos de pareja y con los hijos.
“El que no se adapta al cambio pierde”, es una frase que encaja perfecto con los cambios que han impactado en los medios de comunicación y que exigen camaritas para transmitir por distintas plataformas digitales como Youtube, Twitch, Instagram… pero la radio va a seguir viva, porque comunicar y escuchar es un arte necesario. El streaming marca tendencia, pero hay tantas opciones como seguramente se podrían encontrar en una App de citas. La clave es elegir, equivocarse, resetear, barajar y dar de nuevo.
Si bien cada conductor impone su propio estilo, su marca personal, al final sólo permanece al aire si el programa se nutre de un equipo de trabajo sólido, en donde la comunicación sea ágil y entretenida, más allá de informar. Y Sebastián Wainraich conduce “Vuelta y Media” por Urbana Play, un programa que recibió tres nominaciones para los Martín Fierro de Radio: “Mejor labor en conducción masculina”, “Mejor programa de interés general” y “Labor en conducción femenina”, por el trabajo de Julieta Pink. “Estamos en Urbana Play desde 2020, pero es la segunda parte de lo que fue “Metro y Medio”, en la Metro, programa que hacíamos a la noche y que arrancamos allá por 2007. Así que son muchos años con el mismo equipo, que además son mis amigos: Julieta Pink y Pablo Fábregas”.
Hace dos semanas, además, regresó a la tv como conductor de “La Noche Perfecta”, un formato tipo late night show, que se emite como tira diaria a las 23,30 por canal 13, con producción de Kuarzo. Ahí lo acompañan Peto Menahem, a quien considera un hermano, Leticia Siciliani y “Bebe” Sanzo, con banda en vivo y una tribuna. La escenografía es atractiva, el estudio se ve muy bien iluminado y el monólogo es una buena excusa. En el primer programa tuvo como invitado al gerente del canal y amigo: Adrián Suar.
“La radio es mi casa y la tele es como una fiesta a la que te invitan”, define Wainraich y agrega que, si bien se siente cómodo en los dos, la radio le permite corregir en el mismo programa que va en vivo, pero en la tele se corre con menos ventaja. Y, como si no tuviera suficientes ocupaciones, cuenta con entusiasmo que también está trabajando en lo que será un libro de ficción y que está en la etapa de correcciones.
-¿Cómo viviste las dos primeras semanas del programa? ¿Cuál había sido tu última aparición en la tv abierta?
-Lo viví con mucha alegría, me gusta hacer el programa y me sentí muy cómodo, todo fluyó naturalmente y lo disfruté. Lo último que había hecho en televisión había sido “La Biblia y el Calefón”, hace diez años, y aunque pasó mucho tiempo, siento que no pasó demasiado.
-El late night show es un formato distendido y entretenido, al que le suma tener invitados con buena onda, pero que sean atractivos para el espectador.
-En cuanto a los invitados, tratamos de estar adelantados con el equipo de producción, vamos organizándonos con la lista y a partir de ahí, pensamos y rodeamos el programa de situaciones que involucren al invitado y a su vez, generamos contenido con Peto, Leti y el Bebe Sanzo. No me gusta tratar de convencer a un invitado que no pueda o no quiera ir al programa porque tiene todo el derecho de decir que no. Hasta ahora todos dijeron que sí.
-¿Escribís en la notebook o le das duro al papel y la birome?
-En la computadora y le doy a la birome, también. Ese hábito me resulta cómodo y ya estoy acostumbrado.
-¿Qué importancia le das al rating?
-Si bien no me vuelvo loco, lo tengo presente, aunque no creo que la calidad del programa esté atada a eso. Por otro lado, no estoy tan ajeno a las mediciones y me fijo en el número.
-¿Qué ves cuando te ves, sos autocrítico?
-Me cuesta verme. Al primer programa lo vi por una cuestión más profesional que vanidosa, sólo para ver qué me gustó y qué, no. Fuera de eso me veo cómodo en ese rol y siento, como te dije antes que todo fluye y se genera buen clima de trabajo. Obvio que cada vez que me veo corregiría mil cosas, por lo tanto, me sirve mucho verme.
-¿Te considerás workaholic?
-No me considero adicto al trabajo, aunque sí me gusta trabajar, escribir, actuar, conducir, hacer los programas que hago y eso tal vez puede rozar con algo que se parezca a ser un workaholic, pero, no creo que sea así. Con los años aprendí a disfrutar de otros momentos fuera del trabajo, estar más con mi familia, con amigos y de otras distracciones también.
Sebas disfruta del presente sin demasiado rollos y va por la vida haciendo lo que siente, como caminar por la calle y grabarse haciendo catarsis sobre algún tema que le preocupa o reflexionando sobre temas de parejas, hijos, amigos o lo que le pinte ese día en función del humor con el que haya amanecido. “A veces digo: che, qué buena vida tengo, lo estoy pasando genial. Pero tampoco es que voy analizando cada cosa que hago”, sostiene el actor, que escribió -junto a Hernán Guerschuny- y protagonizó la serie “Casi Feliz”, junto a Natalie Pérez para la plataforma Netflix y que fue furor en 2020.
-¿Cuántos años hace que convivís con Dalia Gutman, quien además también se dedica al humor?
-Estamos juntos hace veintidós años y en la convivencia hay de todo: humor, amor, peleas, enojos, silencios lindos y convencimiento de muchas cosas que ambos queremos… así que, en líneas generales, estamos muy bien y respetamos los tiempos de cada uno. Si Dalia tiene que viajar o encerrarse a ensayar sus monólogos, me parece genial porque es lo que le gusta y del mismo modo a la inversa.
-¿Cómo es el vínculo con tus hijos, Kiara (16) y Federico (11), en tiempos en los que los jóvenes confrontan con los adultos?
-Con mis hijos tengo buenas conversaciones y otras quizás más incómodas porque hay momentos en los que ellos quieren tomar distancia conmigo, y me parece lógico porque eso les permite ser más autónomos. Me gusta escucharlos, saber qué vínculos tienen con sus amigos, qué cosas les generan interés o curiosidad. Que vayan creciendo también nos da, como padres, otra libertad.
-Y llegaron los cincuenta, temita que abordaste en el monólogo de tu primer programa. ¿Cómo vivís el paso del tiempo?
-Estaba muy preocupado cuando cumplí 49 y llegaron los 50, cambio de década. Me pareció rarísimo. Somos jóvenes, pero no tanto. Sigo disfrutando y pensando en cosas que pensaba a los veinte o a los treinta y si bien se siente el paso del tiempo, también está bueno. Festejé los cincuenta con ganas y con la gente que me hace bien, pero tengo un sentimiento de incredulidad y me pregunto: ¿Tengo cincuenta? Y la respuesta es afirmativa, entonces disfruto mucho el presente”.
-¿Con quién te sentarías en la mesa de un bar a charlar sin tiempo?
-Uy, me quedé con ganas de ver un concierto del Polaco Goyeneche. Así te lo digo.