Tarde fría en la ciudad de Buenos Aires, de esas que invitan a elegir un lindo barcito como refugio. “En cinco estoy”, avisa el actor Eduardo Blanco, quien apenas entra, saluda, levanta la mano, mientras atraviesa el bar hasta donde también Ale Canosa le hace señas con la mano. Blanco sonríe y se acomoda para hacer una pausa y conversar. Quizás para hacer honor a su maravillosa interpretación en el teatro, el lugar elegido fue un bar notable de la city, esos que marcan historia, que tienen rincones sellados por visitantes ilustres, algunos que ya no están y otros que llegan y se ven interesados por descubrir y conocer anécdotas.