Bioenergía: un gobierno a contramano de su pueblo
Diego Mestre es Diputado Nacional (UCR-JXC) y Presidente de la Comisión de Defensa del Consumidor, del Usuario y la Competencia. Escribe en exclusiva, para Continentalweb.
Estamos a días de que una ley tan necesaria como la de biocombustibles pierda su vigencia. Este gobierno, inentendiblemente, ha decidido no prorrogarla. Pero además, amenaza con reducir los cortes obligatorios de bioetanol y biodiesel.
En otras palabras, 50 plantas productoras distribuidas en 10 provincias perderán beneficios fiscales importantes y quedarán en una situación de orfandad jurídica. Miles de empleos perdidos en medio de una situación de vulnerabilidad extrema.
Detrás de semejante abandono a los productores existe un lobby feroz de un sector petrolero que piensa en dividendos y no en federalismo, desarrollos regionales o sustentabilidad. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) viene emitiendo reportes que indican que el mundo está al borde del colapso medioambiental debido a prácticas no sustentables.
Abandonar la senda de la producción de biocombustibles significa, adicionalmente, faltar al compromiso que hemos tomado como país al suscribirnos al Acuerdo de París. El planeta es uno y no podemos dar marcha atrás cuando se trata de regular a favor del medioambiente.
El gobierno kirchnerista parece ignorar una verdad irrefutable: los biocombustibles son los que más suman a reducir los gases de efecto invernadero. La propuesta legislativa que he presentado busca que no pierda vigencia la ley actual y por otro lado, un aumento de los cortes obligatorios de biocombustibles.
En el caso del biodiesel, se trata de un aumento al 15% y aumentar progresivamente hasta el 27% en seis años. La capacidad instalada en Argentina puede generar hasta el 40%. Incluso se podría estimular el uso del 100% de biodiesel para ciertos sectores, como el transporte de cargas o las maquinarias agrícolas.
En este momento existe un alto nivel de ociosidad en las plantas, algunas de ellas cerradas por las políticas económicas erráticas, falta de seguridad jurídica y la imposición de barreras arancelarias desde Estados Unidos y la Unión Europea.
En el caso del Bioetanol, después del diálogo con expertos, instamos a que el corte sea del 15% para empezar (hace más de diez años que el corte está en el 12%), y aumentar paulatinamente de manera anual, de acuerdo a las condiciones del mercado interno, del medioambiente y la evolución del empleo.
Para establecer los porcentajes de corte de bioetanol, la conversación debe extenderse a un sector que en Córdoba es vibrante: el automotriz. Es fundamental que junto a esta ley, podamos establecer un plan de trabajo para que en el país se produzcan motores tipo Flex. Solo con el desarrollo y la implementación de este tipo de motores en el parque automotor, podremos tener mayores cortes de bioetanol, de otra manera, será imposible.
De modo que no se trata solamente de proponer elevar los porcentajes por el hecho de oponerse al gobierno (aunque las medidas que toman son en su mayoría destructivas), sino que debemos contemplar nuestra matriz productiva y energética como sistemas interrelacionados que convergen en el desarrollo de nuestra economía.
En ADEFA (Asociación de Fabricantes de Automotores), han manifestado que estarían dispuestos a modificar los motores y a invertir en modernizar. A cambio, piden “previsibilidad y un tiempo razonable para la transición”. Pero cuando un gobierno cambia las reglas del juego, abandona a los productores en medio de una crisis y desprecia inversiones valuadas en miles de millones de dólares, la previsibilidad es una utopía.
Dejar a los productores sin ley como lo está haciendo el gobierno de Cristina y Alberto significa menor producción para los ingenios y los cosechadores de granos, muchísimo menos empleos y menos posibilidades de valor agregado en origen para nuestra economía en general (cuando lo que necesita Argentina es divisas!).
Adicionalmente, en la producción de biocombustibles podemos ver la economía circular que genera un bajo nivel de residuos: un productor de granos transforma su producto primario en combustible. Luego, los subproductos se utilizan como alimento y los remanentes orgánicos de origen vegetal o animal se almacenan y producen biogás.
Estamos hablando de integrar eslabones de una cadena compleja y valiosa. El aprendizaje debería ser cada vez más beneficioso para el país. El mundo entero tiene que revisar el significado del desarrollo y dar pasos urgentes hacia la regeneración del ecosistema. No únicamente el aire que respiramos está degradado, sino que los suelos pierden sus nutrientes por prácticas poco sustentables, el agua está en riesgo de contaminarse, nuestra salud está con pronóstico reservado y por eso debemos repensar nuestra interacción con la madre tierra y los modos de generación y consumo de energía.
De todas las opciones que existen para abordar el tema, la más irracional e irresponsable es la que eligió este gobierno que amenaza con reducir los cortes y dañar la producción de bioenergía.