Cuento Editorial La Rotonda: Mujer
En el marco de la celebración del Día de la Mujer, sus movilizaciones y luchas son los vectores del análisis de Daniel Revol.
De niño, cómo le habrá pasado a todos, nos parecía imposible diferenciar a la hembra del macho. Todas eran vacas y todos nos parecían caballos. No entendíamos muy bien que el complemento de unas eran los toros y de ellos eran las yeguas, sin alusión particular a nadie. Es más, de grandes, bien adultos, tenemos que reconocer que cuando hacemos los viajes en auto, ómnibus o tren, y cruzamos interminables hectáreas de estancias, aún solemos hablar de la raza en general, sin diferencias por sexo al vacuno o al equino. Las aves son todas del género femenino, sin embargo el colibrí, el carancho o el chingolo parece que fueran todos machos, y en cambio la golondrina, la cigüeña y la paloma son únicamente hembras. Nos enseñaron de chicos que la gallina es la ponedora de los huevos y el gallo es fácilmente identificable porque tiene su cresta. Con cada perro o gato que nos cruzamos necesitamos que se ponga panza arriba, pidiendo que le hagamos mimos, para darnos cuenta si es macho o hembra. O bien, en el caso de los perros, que cuando ya dejaron la etapa de cachorros, esperemos a que hagan pis para ver si abren las patitas o levantan una contra alguna planta, pared o neumático de un vehículo. Así crecimos y nos criamos. En un mundo en el que la Barbie, la muñeca que ayer cumplió 60 años pero no se cansa de facturar y por eso no piensa en jubilarse, fue el objeto más preciado de cualquier jovencita. Nos educaron reconociendo la señalética de la puerta de los baños, para entender el dibujito con pollera o pantalones y no equivocarnos, o viendo la inicial mayúscula: la D para el baño de las damas, la C para el de los caballeros. O bien la M para las mujeres y la V para los varones. Hasta que la invasión extranjerizante del inglés nos colgó el cartelito de la M para lo masculino, por el plural Men y la W para ellas por el de Women. Ahí nos tomaron por sorpresa, la misma que en las puertas vaivén nos indica Tire o Empuje para que nuestro instinto nos lleve a hacer lo contrario. Y ni hablar cuando por la misma invasión idiomática dice Pull o Push, hasta que la puerta cruje al borde de partir el cristal. Nuestro mundo es un múltiple choice eterno en cualquier formulario, para marcar el sexo, M o F, de masculino y femenino. Todo eso nos marcó y aún nos marca.