Eran casi las 13.30 cuando Narcisa Martínez, de 62 años, vio desde la entrada de su casa al avión Challenger 300 LV-GOK que había despistado del aeropuerto de San Fernando. “Parecía como quería subir y después bajó el ala. Yo estaba descalza, estaba lavando. Quería ver, pero mi nieta me dijo: ‘¡Abuela, correte! ¡Vamos al fondo!’”, relata. Su nieta se llama Melanie, tiene 21 años, está embarazada: le faltan siete días para la fecha estimada del parto. Es la única que ahora está siendo atendida en un hospital cercano. “Mi otra nieta de nueve años lloraba, se desmayaba”, agrega la dueña de la casa donde se incrustó el avión en el que iban el piloto, Martín Fernández Loza, de 44 años, y el copiloto, Agustín Orforte, de 35. Como consecuencia del incidente, ambos fallecieron.