Fin de semana sin fútbol, semana cargada: una medida a medias que no se entiende
Se paró el fútbol argentino y se impidió que se jueguen dos partidos, pero se permitirán nueve encuentros en territorio nacional por copas internacionales.
Un fin de semana sin fútbol es desolador para todo hincha. Sin embargo, hay que comprender los tiempos que corren, la pandemia que azota la humanidad y las consecuencias que eso trae. Desde ya, puede discutirse incluso ante esa situación cual es el riesgo de jugar un partido de fútbol, de una concentración o de compartir un vestuario.
Eso trasciende el análisis periodístico y le cabe a epidemiólogos e infectólogos, entre otros especialistas. Pero si merece una evaluación periodística que se impida la consecución de un torneo que involucra a cuatro equipos y al que le restan por jugarse tres partidos, y se permitan desarrollarse otros nueve encuentros en territorio nacional en el marco de otras competencias.
Más, cuando jugarán por esas otras competencias tres de los cuatro equipos que deberían haber disputado juegos en el ámbito local. No hay coherencia, cae la argumentación epidemiológica y surgen múltiples interrogantes.
Inclusive, si, como este medio pudo saber, jamás se barajó seriamente la posibilidad de impedirle a los equipos locales jugar sus partidos de Sudamericana y Libertadores, pudo llegarse a otras soluciones.
Los equipos clasificados para las semifinales de la Copa de la Liga son Colón, Independiente, Boca y Racing. Los últimos tres juegan también a nivel internacional. Si la idea era evitar contagios, podría haberse dispuesto una “burbuja”. Los jugadores de los cuatro equipos eran testeados y luego concentraban durante una semana. Jugaban las semifinales, los partidos de copa, y la final, los que llegaran. Al terminar se los sometía a nuevos exámenes y se liberaba a los que dieran negativo con el calendario deportivo cumplido; todo en solo siete días.
Incluso si esta medida tuviese, como en algún momento enfatizó el ex ministro de Salud Ginés González García, una motivación gestual, la permisibilidad a la hora de disputar copas haría totalmente ineficiente la búsqueda.
Muchas veces se critica al Gobierno Nacional mediante frases que ya suenan casi como si fueran eslóganes: “clases no, fútbol sí”, es una de las más comunes. Es parte de otra discusión si tal frase tiene sentido y si en todo caso corresponde ceder ante ese reclamo. Pero, lo concreto es que con la prohibición de un torneo solo no se hace nada.
Ya han habido especulaciones, inclusive públicas, sobre cuando se jugarán los partidos que restan de la Copa de la Liga. Cada declaración tiene una intención deliberada de torcer las decisiones hacia un lado; el que cada interlocutor considera más conveniente.
Por ejemplo, las realizadas por Víctor Blanco, presidente de Racing, quien alegó que con el calendario apretado por los partidos de selecciones, ve complicado que pueda jugarse antes de julio o incluso agosto.
Tanto la Academia como Boca, son los equipos en mejor posición económica. Difícilmente tengan complicaciones para mantener sus planteles luego de mitad de año, cuando finaliza la temporada, y hasta tienen aspiraciones de realizar contrataciones para reforzar al equipo. No parece muy coherente empezar un campeonato con un plantel y finalizarlo con uno totalmente distinto. Pero, tampoco existen muchas soluciones.
Impedir que jueguen refuerzos no es una opción, dado que hay jugadores que pueden querer irse o incluso ya tener un vinculo firmado con otro equipo a partir de junio, e impedirles a los clubes reemplazarlos también suena injusto.
Otra versión que ha tomado fuerza es la de disputar las semifinales el 29 de mayo, es decir, la próxima semana, mientras estén aún vigentes las medidas del confinamiento dictadas por el Presidente Alberto Fernández.
La disposición de impedir que se juegue un torneo en el que quedan tres partidos pero si dejar que se jueguen otros nueve fue una muestra de incoherencia poderosa, pero postergar dos partidos por el confinamiento y jugarlos una semana después, durante el mismo confinamiento, seguramente batiría algún tipo de récord mundial.
El nivel de improvisación alarma aunque no sorprende y tampoco es novedad. Hoy existe un motivo totalmente sensato para ponerle un freno a la pelota, pero desde el fallecimiento de Julio Humberto Grondona, en el fútbol argentino se ha parado con las más diversas excusas, mucho más de lo que se ha jugado.