Teto Medina: Se conocieron los testimonios de las víctimas
"La razón de vivir" cerró sus puertas por la causa de maltrato y reducción a la servidumbre
La causa que implica a Marcelo “Teto” Medina, junto a otros cómplices, por abandono de persona y reducción a la servidumbre de quienes asistían al centro de rehabilitación de adicciones, se amplía con los fuertes testimonios de las víctimas.
La justicia pudo tomar declaración de quienes asistían al lugar conocido como “La Razón de vivir”, y narraron las escenas de torturas psicológicas y físicas, encierros y falta de atención médica que padecían en reiteradas oportunidades. Por ejemplo, un concurrente que sufre de HIV contó que le negaron los medicamentos para tratar su enfermedad, y otro interno que también ingresó con la misma enfermedad explicó que Néstor “San Pipi” Zelaya le dijo que debía hacer “fuerza” para curarse ya que estaba “negativizado”, privándolo del tratamiento médico adecuado.
El denunciante clave fue un párroco que conocía a un interno de la clínica de rehabilitación y detalló: “A medida que me fui acercando noté cuestiones referidas a la explotación servil y laboral en la que estaban sumergidas las víctimas”. Agregó que conocía a Zelaya, líder de la organización y detalló: “Néstor mencionaba en ocasiones frases de tinte religioso como ´Muchos son los elegidos y pocos los que se salvan´, como haciendo alusión a la biblia. Refería también que en la quinta no se trataba de ser inteligente, sino obediente. La indicación a los adictos era que las mujeres los iban a hacer recaer en las adicciones y por eso Néstor le exigía a las chicas que iban de visita que no lleven ropa ´provocativa´”.
Además explicó en detalle que la cuota a pagar por quienes ingresaran al lugar era de 30 mil pesos, y que según Zelaya, no le debían nada a Dios sino a él que era su salvador; además de ejercer una presión y violencia psicológica al repetirle a los internos que él siempre sería su director, dentro y fuera de la quinta. “Desde mi oficio religioso, puedo indicar que la organización de la asociación es similar a una secta”, detalló el párroco.
Entre las declaraciones que brindaron a la justicia, se encuentra la de un interno que conoció a la asociación mediante Facebook, y que luego de pagar la cuota, quedó internado. Luego de un breve período, comenzó a realizar trabajos de construcción, ya que es albañil y le exigían que construyera habitaciones y oficinas del lugar, sin recibir un pago por dicha labor. Asimismo, contó que no tenía permitido comunicarse con los miembros de su familia, solo les sacaban fotos y las subían a un grupo de WhatsApp donde estaban sus familiares simulando que se encontraban bien y dejando la explotación que realmente sucedía.
El mismo testigo detalló: “Si intentábamos dejar la clínica, ya que esto estaba prohibido, había castigos. En ocasiones nos insultaban o nos obligaban a hacer guardia toda la noche sin dormir para prevenir que otros internos se escapen. Todas las tareas diarias debían realizarlas los mismos internos. No hacíamos ningún tipo de tratamiento contra las adicciones con psicólogos o terapeutas, sino que solo trabajábamos o servíamos a los directores o coordinadores. También mendigábamos dinero en las iglesias”, todo como parte del sistema de castigos del lugar.
El Fiscal Daniel Ichazo, tomó las declaraciones de las víctimas entre las que se encuentran un hombre que sufrió la amputación de una pierna por una diabetes avanzada y explicó que: "Los miembros de La razón de vivir obligaron a otros de los adictos a que me realizaran las curaciones correspondientes”.
También se dio a conocer que manejaban un sistema de calificaciones para los ingresantes, “Al ingresar había un período de ‘adaptación’, donde se podían dar gustos. Pero a los tres días entrabas en la etapa ´soy calabaza”, según los testimonios. “Cuando entrabas en esa calificación quería decir que pasaba a ser servidumbre”, agregaron. En el expediente se detalla también, que al momento de realizar salidas transitorias eran vigilados por quienes llevaban más tiempo allí, conocidos como los “chicos de tiempo”.
Para el fiscal Ichazo, Marcelo “Teto” Medina, “Era la cara visible y pública junto a Zelaya para simular que la misma tenía una actividad lícita. De esta manera captaban más víctimas. Además, mantenía un contacto semanas con los internos para fortalecer su sometimiento y reducción a la servidumbre. En ocasiones, ejercía el rol de operador-coordinador”.
Por la causa fueron aprehendidas mas de veinte personas bajo los cargos de abandono de persona, reducción a la servidumbre y privación a la libertad, a la espera de su proceso judicial.