¿La presidenta y el jefe de la CGT, son amigos o enemigos? ¿Cristina y Hugo, se aman o se odian políticamente? Esa relación es una de las grandes incógnitas de estas horas y de los 4 años que se vienen. Que existen fuertes cortocircuitos entre ambos es una verdad histórica. Nunca se llevaron bien. La exageración irónica de Luis Barrionuevo lo puso en términos chabacanos pero descriptivos cuando dijo que Cristina se va a lavar la cara con desinfectante cada vez que Moyano le da un beso. ¿Qué es lo que le molesta a Cristina de Hugo? Varias cosas.

Pero lo que más irrita a la presidenta es que Hugo nunca termina de subordinarse. Moyano no hace saludo uno, saludo dos. Es arisco por naturaleza, rebelde. Al camionero, igual que a Cristina, le gusta mandar y no que lo manden. Cristina se siente todopoderosa sobre todo después de semejante respaldo electoral y Moyano también.
 
El dirigente sindical está convencido que el junto a la CTA de Víctor de Gennaro fueron de los pocos que enfrentaron el neoliberalismo que destruía fuentes de trabajo de Carlos Menem. Y sobre todo, Moyano cree que su poder de movilización y su capacidad de daño fueron decisivas a la hora de defender al modelo kirchnerista durante el conflicto con el campo y en la batalla contra Clarín. Moyano le confesó a sus amigos que Néstor Kirchner le reconocía ese apoyo y que Cristina le hace sentir que siempre están en deuda con ella. El líder sindical más importante de la era democrática junto con Saúl Ubaldini se siente maltratado ahora y habla con nostalgias de los tiempos en que con Néstor eran socios en la política y en la manera de hacer negocios. Ambos consolidaron su poder y su patrimonio personal mientras se manejaron espalda contra espalda. Por eso siente que Cristina es desagradecida con el y con el movimiento obrero.
 
Pero Moyano no come vidrio. Es muy astuto y sabe que no hay condiciones políticas para confrontar directamente con Cristina. Que sería un loco si se tira contra la presidenta en este momento. Que quedaría aislado dentro de los trabajadores sindicalizados que están en su mayoría conformes con la creación de 5 millones de puestos de trabajo y con los aumentos salariales que acompañaron o superaron la verdadera inflación.

En el tema de la ética y la transparencia, Cristina cree que Moyano tiene muchas cosas que explicar ante la justicia, sobre todo respecto de la mafia de los medicamentos. Los mas sueltos de lengua cuentan que una vez Moyano, muy enojado, se atrevió a decirle en la cara a la presidenta que su esposo no solamente estaba al tanto de los manejos oscuros que hacían los gremios sino que de alguna manera el también usufructuaba esa situación. Obviamente que nadie jamás pudo confirmar esto. Siempre quedó en la nebulosa de la leyenda urbana o de los rumores. Igual que el posible daño a la salud que le hizo aquella última discusión telefónica con Néstor poco antes de morir. O la respuesta tajante de Cristina en la cancha de River cuando le contestó a Moyano que ya había presidente trabajador porque ella trabajaba desde los 16 años. O la manera implacable con la que Cristina limpió de un plumazo de las listas de diputados a dos cuadros del estado mayor moyanista como Julio Piumatto y Juan Carlos Schmid. O la discusión sobre el aumento del salario mínimo, o el impuesto a las ganancias que todavía siguen pagando muchos trabajadores.

Una vez Moyano amenazó con movilizar a sus muchachos hacia la Plaza de Mayo por lo que el cree un acoso o una persecución de la justicia. Frenó unos metros antes del choque con Cristina y con el kirchnerismo. Y la última declaración de la CGT va en ese mismo sentido. Por eso Aníbal Fernández tuvo que salir al cruce a decir que este gobierno no persigue a los trabajadores. Moyano está convencido y lo puso por escrito, que hay una campaña para demonizar a los dirigentes sindicales que van presos con una facilidad que no se repite entre los ex funcionarios o militantes kirchneristas como Ricardo Jaime o Sergio Schoklender. La presidenta le pidió públicamente que se deje de mezquindades, de peleas y de defensas corporativas. Moyano por ahora no contestó.

Pero vive como una pesadilla recurrente la posibilidad de ir a la cárcel. Y está convencido de que si eso pasa será por culpa de Cristina. Por eso es tan difícil saber si Cristina y Moyano son amigos o enemigos. Salvo que se pueda responder, las dos cosas, cambiar la o por la y para decir que Cristina y Hug son amigos y enemigos.