Cómo hizo Boudou para ganarse la confianza de Cristina hasta semejantes niveles? ¿Cuáles son los méritos del ministro mas amado para integrar la mesa chica de las decisiones? Son dos preguntas que recorren el universo del kirchnerismo como un reguero de pólvora. Hoy Amado Boudou es mucho más que el ministro de Economía.

Es quien va a presidir la Argentina mientras Cristina esté de viaje y es el hombre elegido para ser el próximo jefe del Partido Justicialista. Pero eso no es todo. Amado Boudou además de ser un superstar del poder es quien Cristina tiene “in péctore” como su heredero político. Fue la comidilla durante toda la semana entre los más altos cuadros del Frente para la Victoria y en el gabinete. Si Cristina desecha la receta chavista de forzar la reforma de la Constitución y opta por hacer “La gran Lula”, es decir elegir su propia sucesión como hizo con Dilma Rouseff, ese delfín será el ministro Boudou.

Tal vez por eso se lo ve hiperkinético, eufórico, como un potro desbocado, altanero y un poco pasado de vueltas. Varios intendentes del Conurbano carraspearon y se miraron cómplices al finalizar una cena en el quincho del Ministerio de Economía cuando Boudou les dijo que lo consideraran como el nuevo Néstor Kirchner. Palabras más, palabras menos, les comentó que iba a ser el nexo con Cristina y que se iba a ocupar del armado político nacional que le quitaba el sueño a Néstor.
 
Algunos de los asistentes se sintieron habilitados para comentar el crecimiento vertiginoso y geométrico del poder de Boudou en el gobierno. Uno contó que hasta el mismísimo Carlos Zannini, el gran timonel, se muestra celoso y molesto. Otro aseguró que varios empresarios le contaron que Julio de Vido en un par de oportunidades les dijo que tenía que pedirle permiso a Boudou frente a un pedido menor, de algún favor administrativo. Uno de los intendentes, entre los que se encontraba Francisco “El Barba” Gutierrez de Quilmes, preguntó en voz alta: “¿Para que esta citando a todos los bonaerenses ?¿ No era que se iba a dedicar a la Capital Federal? Y el mas experimentado peronista, suavemente gasificado de kirchnerismo, le contestó taxativo: “Ni Provincia ni Capital: Aimé va por todo”. Es absolutamente cierto que está constuyendo a todo nivel.

Que viaja a todo el país a hacer campaña para Cristina y a consolidar su propio poder de fuego. La noche anterior de la presentación del Presupuesto en el Congreso dejó plantado a algunos de sus principales amigos en la ciudad de Buenos Aires. Se quedaron con las ganas de hablar con Boudou pero se fueron convencidos de que estaban jugando a ganador. Dicen que desafina solamente cuando toca la guitarra con La Mancha de Rolando.

Amado está pasando por un momento espectacular. Va a pelear todas las pelotas. Sonríe todo el tiempo y por momentos no puede controlar sus excesos: retó a los diputados y les pidió que no fueran vanidosos ni buscaran cámara en el debate por la ley de leyes, llamó “fracasados” a los ex secretarios de energía y, en medio del proletariado industrial de los mecánicos del SMATA, hizo jueguito para la tribuna y dijo “Ni un paso atrás, minga al FMI” ante el aplauso del los obreros y el silencio de Hugo Moyano.
Un kirchnerista patagónico de la primera hora me dijo que “este muchacho corre con mucha velocidad y poca prudencia, en cualquier momento se lleva un blindex por delante”.
 
Es que quiere decidir demasiado acerca del futuro gobierno. Sobre todo quien será su sucesor en el ministerio. Pero tiene algunos problemas. En el Partido Justicialista hace mucho ruido la omnipresencia de Boudou. Varios de sus gobernadores y jefes distritales no entienden porque deben coronar a alguien que es un recién llegado al peronismo y que hasta hace pocos años militó en el neoliberalismo con los Alsogaray y en la ortodoxia del CEMA. De todas maneras la gran pregunta ya está planteada: ¿Cristina reformará la Constitución para intentar la reelección eterna o bendecirá a Amado Boudou como su sucesor? Hoy nadie tiene la respuesta. Lo único que está claro es que Amado Boudou se ha ganado la confianza de Cristina. Que juega fuerte y que sus ambiciones no tienen límites. ¿Alguien podrá frenarlo?