Le quiero contar una noticia maravillosa: Amaneció en la cooperativa La Juanita, en el corazón de La Matanza. Mientras en todo el mundo se hablaba del asesinato de Bin Laden y toda la Argentina hablaba de la destrucción de los trenes del Ferrocarril Sarmiento, en Gregorio de Lafferrrere, todo lo contrario, todos hablaban de vida y de construcción.

Porque el lunes se hizo la luz y el milagro y una utopía dejó de serlo por que se transformó en realidad. Nuestros queridos amigos de La Cooperativa La Juanita inauguraron la escuela primaria con la que tantas veces habían soñado. Todos lloraban y reían. Sentían que sus manos pueden, que sus brazos son poderosos y que su corazón es invencible.

Tanto luchar para levantar ese altar a la educación que es la escuela y estaba allí. Como ellos lo habían imaginado. Con el árbol de eucalisptus que estaba en el baldío original integrado a la edificación. Como un símbolo del esfuerzo compartido que se eleva y se eleva entre las paredes que se levantaron con el cemento y el sudor de todos. Ese eucaliptos que abre gargantas y pulmones para que el aire corra mas libre. Ese árbol que protege del sol y de la lluvia a la gente de trabajo.

Se puede decir que ese colegio primario ubicado en uno de los lugares de mayor pobreza y exclusión del país tiene baño en cada aula, espacio para el aire acondicionado y que es la única escuela de la zona con doble escolaridad. ¿Se imaginan lo que es eso para los chicos de La Matanza? Alli van a amasar el mejor de los tesoros que trae la educación: la igualdad de oportunidades. La capacidad de aprender para no ser engañado y para poder ganarse la vida con dignidad y sin ser cliente de nadie.

Los integrantes de la Cooperativa La Juanita están hartos igual que todos nosotros del roban pero hacen. Eso tiene patas cortas como la mentira. Igual que el clientelismo que te deja cautivo del que te da un plan cuando quiere. Hay otra Argentina posible. Por eso es tiempo de levantar la bandera de La Juanita. Son hombres y mujeres que luchan toda la vida y por eso son imprescindibles. Ellos no roban pero hacen. Son lo mejor de una patria que viene.

Son los que se rompen el lomo todos los días multiplicando lo que otros dividen. Tienen la cabeza abierta y el abrazo generoso. La placa que descubrieron fue un homenaje a un comunista ortodoxo como Floreal Gorini, a un empresario liberal como Oscar Alvarado y al Papa bueno, santo de la integración entre los hombres, Juan XXIII. El Toty Flores, motor de la cooperativa es diputado nacional por el partido de Elisa Carrió y otro de los que habló fue Juan Carlos Alderete de la Corriente Clasista y Combativa, brazo social del Partido Comunista Revolucionario de origen maoísta que en otros tiempos se hubiera llevado a las patadas con el PC prosoviético de Gorini. Sin embargo todos estaban allí empujando del mismo carro.” Mas pluralismo imposible”, le dije al Toty. Se rió y me contestó:”Nosotros le llamamos los socios del alma”. Admiro a los de La Juanita. Con tan poco hacen tanto. En la fiesta del bautismo estuvieron representantes de todos los sectores.

Fiesta multipartidaria y multisectorial. Un arco iris de ideas. Solo faltó el gobierno. O alguien del oficialismo. No solamente no los ayudan en una tarea tan noble y progresista. Los consideran poco menos que enemigos porque no quieren ni piden planes ni asignaciones ni nada que venga del estado. Solo quieren oportunidades. Pero no los entienden. Ellos ponen la otra mejilla. No se quejan. Les dá lástima y dicen: ya nos van a entender. La flamante escuela no les cobra ni un peso a nadie. Pero no es absolutamente gratuita. Los padres de los alumnos tienen que pagar en valores.

En respeto, en ayuda mutua, en el taller de reciclado de computadoras que luego van a las aulas de sus hijos, en el mantenimiento, en seguir capacitándose para luego capacitar. Este año ya hay 9 madres estudiando carreras terciarias o universitarias donde solo había necesidades básicas insatisfechas. La Juanita tiene una energía renovable y perfumada porque su motor funciona a Flores. A Toty Flores, la génesis del fundador y a Silvia Flores, la utopía en marcha. El padre y la hija son el eje de una comunidad que resolvió pelearle a las injusticias con las mejores armas de la integración y la educación.

Esta es la historia de un grupo heróico de compatriotas que se cayó cuando la Argentina se derrumbó pero que decidió levantarse con su propio esfuerzo, militando en la cultura del trabajo cooperativo. Hoy La Juanita es un faro de luz. Muchos creen que allí se producen remeras, guardapolvos, los mejores pan dulces del mundo o que se reciclan computadoras. Y en parte, tienen razón. Solo en parte. Porque es cierto que todas las manos todas generan esos productos. Pero la edificación más grande que han levantado es la capacidad de juntarse y avanzar colectivamente.

Con problemas o peleítas como en todos lados. Pero con un objetivo de libertad absoluta que solo se consigue cuando todos se convierten en uno y uno se transforma en todos. En la Juanita nada se pierde, todo se transforma y se multiplica como los panes y los peces. Amanece que no es poco. Es el milagro de la dignidad.